Summers el rebelde | Crítica

Rebeldía formateada

David Summers, hijo del cineasta y humorista gráfico, en una imagen del documental.

David Summers, hijo del cineasta y humorista gráfico, en una imagen del documental.

En su huida autoconsciente de la hagiografía a través de un formato documental de contrastes empeñado en matizar entusiasmos y dar voz a sus detractores, a Miguel Olid le ha quedado un Manuel Summers algo desabrido y antipático. En una operación también algo cuestionable y contradictoria, el director y guionista se sienta delante de los amigos, expertos, colegas y familiares para escuchar sus opiniones (diversas) sobre el cineasta en supuesta búsqueda de ideas para el formato, pero también se pone él a impartir la lección a unas jóvenes y atentas estudiantes sobre un guion bastante elemental de viejo profesor de Historia.

Así, entre la vocación de reconstrucción del personaje mediante los testimonios y el archivo y aquella otra de reivindicación y transmisión de su legado a las nuevas generaciones, este Summers, el rebelde se deja demasiadas cosas en el tintero, para empezar un contexto más amplio y documentado del cine español desde los días de la EOC o el Nuevo Cine Español al tren de la Transición al que el director de Del rosa al amarillo, La niña de luto, Juguetes rotos, To er mundo é güeno y Sufre mamón se subió en el vagón tal vez menos estimulante.

Se le escapa también profundizar algo más en su vertiente de humorista gráfico, diseñador y caricaturista, esencial para entender aquel mismo contexto disidente y gamberro dentro de los márgenes del franquismo. Y se le escapa además, principal escollo del proyecto, una mirada más analítica y rigurosa a los modos de un cine que es desgranado casi únicamente en sus temas y conexiones autobiográficas y no tanto en las formas de su puesta en escena, su tono, su montaje o sus intérpretes más allá de la costumbre de romper la cuarta pared.

De lo demás, de la ternura, la infancia, la censura, las polémicas, el desaliño, la acracia de derechas, los éxitos y los fracasos, sí que se habla y mucho como no podía ser de otra forma en este documental que termina arrojando, tal vez involuntariamente, una imagen de Summers siempre a la defensiva, demasiado pendiente de sus detractores y críticos, un tipo de indudable talento y retranca al que la tan cacareada libertad a contracorriente de poderosos, curas, militares y progres no terminó paradójicamente de liberar del todo para seguir su camino sin tener que dar tantas explicaciones.