Promesas incumplidas en el multiverso

Daniela Forever | Crítica

Una imagen del filme de Nacho Vigalondo.
Una imagen del filme de Nacho Vigalondo.

La ficha

** 'Daniela Forever'. Comedia romántica-fantástico, España, 2024, 118 min. Dirección y guion: Nacho Vigalondo. Fotografía: Jon D. Domínguez. Música: Hidrogenesse. Intérpretes: Henry Golding, Beatrice Grannò, Nathalie Poza, Aura Garrido, Rubén Ochandiano. 

Como La sustancia, el nuevo filme de Nacho Vigalondo (Los cronocrímenes, Extraterrestre, Open Windows, Colossal) también tiene una pastilla que lleva a nuestro protagonista, un DJ norteamericano afincado en Madrid (insulso Henry Golding) y enamorado de una joven artista (Beatrice Grannò), a una dimensión paralela donde el dolor por la pérdida en el mundo real se materializa en otras emociones de formato alargado y colores intensos donde éste puede moldear a su antojo los recuerdos o reconstruir la realidad a su medida.

Una premisa fantástica que puede recordar a aquella de Olvídate de mí, con su correspondiente dosis de proyección onírica y romanticismo urbano postadolescente para adultos con buen gusto musical (Hidrogenesse firma las canciones y la banda sonora) y sensibilidad por los diseños y el arte pop.

Vigalondo juega de nuevo a los bucles y paradojas espacio-temporales como mecanismo para la sublimación del duelo y la reescritura metaficcional de la rom-com, apuesta que termina siempre dando mucho menos de lo que promete tras su primer acto, tal y como nos recordaba el otro día el amigo Arenas, que también nos iluminaba con esa idea de que el cineasta es de esos que primero cuenta el chiste y luego te lo explica sin remedio.

Daniela Forever acaba siendo un producto vistoso dentro de su nostalgia noventera aunque a la postre un relato sin demasiada sustancia, un juguete romanticoide algo pueril al que se le acaban pronto las ideas y las pilas, con intérpretes con escaso carisma a pesar de su impecable inglés (Poza, Garrido, Ochandiano), y estancado entre pliegues temporales, cansinos formatos cambiantes y efectos digitales de espíritu artesanal que no terminan de tocar nunca ese nervio herido que supuestamente la atraviesa.

stats