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Desorientalismos | Crítica

Jalones para una comprensión de Oriente Próximo

  • La exposición colectiva 'Desorientalismos' propone una serie de miradas diversas que invitan a pensar de otro modo en una zona del mundo extremadamente mediatizada por la perspectiva occidental

Visión parcial de uno de los trabajos del iraní Kamrooz Aram en torno a la nocíon de 'arabesco'.

Visión parcial de uno de los trabajos del iraní Kamrooz Aram en torno a la nocíon de 'arabesco'. / D. S.

Un punto cardinal es un lugar imaginario que señala cada una de las cuatro direcciones en las que se divide el horizonte: norte, sur, este y oeste. El término oriente, que corresponde al este, procede de oriens, participio de oriri, "aparecer", "nacer": es la dirección por donde sale el sol. Pero este nombre es relativo e imaginado: un lugar hacia el que mirar, y no es lo mismo hacerlo desde España que desde China.

Desorientalismos, título de esta muestra, remite a Orientalismo, el ensayo de Edward W. Said. Publicado en 1978, revolucionó los estudios orientales porque cuestionó el modo en que se ha construído la idea de Oriente por y desde exclusivamente la cultura occidental. El título alude también al extravío, la pérdida de rumbo, implícita en tal paradoja: que la visión de una cultura, la oriental, se haya hecho desde su opuesto, el Occidente.

La muestra reúne a ocho artistas que, desde diferentes lugares, contextos históricos y metodologías, trabajan por fisurar los relatos coloniales. La exposición es un recorrido que podría dividirse en tres ámbitos: el primero, más formalista; el segundo, dedicado a trabajos de artistas españolas; y por último, el compuesto por ensayos fílmicos.

En el primero encontramos los trabajos de la marroquí Amina Agueznay (Casablanca, 1963): composiciones textiles en diferentes formatos, con formas que remiten a la abstracción geométrica europea. Desde esa perspectiva trata de recuperar una práctica directamente relacionada con el ámbito doméstico y las mujeres. Estos trabajos se entrecruzan con la práctica de la artista turca Gülsün Karamustafa (Ankara, 1946): obras gráficas de contenido social, de los años 70 y 80, entre ellas algunos carteles propagandísticos. Estas producciones dan paso a las recientes composiciones pictóricas del iraní Kamrooz Aram (Shiraz, 1978) que componen una casi instalación en una de las salas del museo. Este artista parte del arabesco y reflexiona sobre unos motivos que suelen vincularse a la arquitectura y que aquí se encierran en un plano pictórico, contrastando así con su disposición en una sala aparentemente aséptica y neutra.

Finalmente, los sugerentes trabajos titulados Rojo/Rojo (2015-2017) de la turca Asli Çavusoglu (Estambul, 1985). Utilizando dos tonalidades diferentes del color rojo, uno extraído de la cochinilla armenia y otro un pigmento turco, realiza delicadas composiciones sobre papel y en cuadernos. La simultaneidad de los dos rojos alude a la convivencia, difícil, entre ambos países mientras que borraduras y desgastes, tan característicos del papel, remiten a las tensiones entre identidades nacionales y culturales.

La inclusión de dos artistas españolas se debe al vínculo que mantienen con Egipto. Teresa Solar (Madrid, 1985) y Asunción Molinos Gordo (Aranda de Duero, 1979), a través, respectivamente de una pieza audiovisual Los embajadores (2010) y una serie de fotos, titulada La gran noche (2016), reflexionan sobre una de las claves de la obra de Said: la orientalización de oriente.

El último ámbito, el más denso, incluye los vídeos de la israelí Ariella Aïsha Azoulay (Tel Aviv, 1962) y la estadounidense Jumana Manna (Nueva Jersey, 1987). En Civil Alliances, Palestine, 47-48 Azoulay desarrolla diferentes aspectos de la relación entre Israel y Palestina. In-documenta-dos: Deshaciendo el saqueo imperial (2019) contrapone dos migraciones. De un lado, las de objetos saqueados que llegan a museos europeos y se ordenan según la lógica occidental. Del otro, el de las personas. Los objetos, siempre bien recibidos, se documentan y cuidan. Hombres y mujeres inmigrantes difícilmente logran la documentación necesaria para recibir la mínima atención. Una sustancia mágica fluye hacia mí (2015) de Jumana Manna, crea, a través de la música, un relato sobre diversas comunidades de Palestina e Israel. Al filme añade esculturas que la artista carga de referencias para una mayor comprensión de su propuesta.

Esta exposición coral se incluye en la línea de trabajo iniciada por el CAAC relativa a las producciones artísticas del Norte de África y Oriente Próximo. Itinerario cargado de sentido teniendo en cuenta la localización en la que se encuentra, Andalucía, por su pasado orientalizante y situación fronteriza, por lo que habría sido interesante incluir a algún artista que inscriba sus prácticas en este contexto.

Por otro lado, las críticas decoloniales, antirracistas y anticoloniales es algo a lo que ya estamos acostumbradas a ver en las instituciones museísticas: sería ingenuo que desde este lugar se pudieran revertir los fundamentos que los siguen sustentando, pero al menos a través de los trabajos de los artistas se consiguen mostrar ciertas lógicas coloniales todavía vigentes. Aun así se echa en falta algún programa de mediación para profundizar en estas cuestiones; quizá lleguen con los proyectos venideros.

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