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Cultura

A la espera de la gran diva del pop

  • Cientos de aficionados de Madonna compiten por conseguir las primeras entradas para el concierto de la Cartuja

Rostros de impaciencia y nerviosismo, uñas mordidas y remordidas y miradas continuas al reloj, ansiando la llegada de las diez de la mañana. Un ambiente de expectación digno de la visita de una figura internacional, con la presencia de más de una decena de medios de comunicación. La cola, casi interminable, recorría la Avenida de la Constitución desde la entrada del centro comercial Fnac hasta doblar la calle García de Vinuesa. El público, en su mayoría jóvenes de entre 20 y 30 años, alcanzaba las sesenta personas a las cinco y media de la mañana; a la hora de apertura se rozaba el medio millar. 

Sevilla espera con los brazos abiertos el concierto de Madonna en el Estadio Olímpico, con el 16 de septiembre marcado en rojo en el calendario, y así lo han demostrado sus seguidores más acérrimos aguardando un buen número de horas para hacerse con las primeras localidades que salían a la venta. ¿Los precios? Entre los 68 euros para la más barata y los 326  de la entrada en el palco VIP. Altos para la mayoría de los mortales, pero no para los incansables fans de la diva.   

“¡Madonna, es lo más, es la reina del pop!”, manifiestaba enérgicamente una chica, que ya había visto a la artista en ciudades como Roma, Londres o Barcelona. Casia, una islandesa afincada en la capital andaluza, conocía a la perfección la repercusión de un evento como éste para la ciudad: “Es una cosa que seguramente no vuelva a pasar. Montará un gran show”. La veterana de la fila, Rosario, aguantaba la espera con buen humor a sus 59 años. “Yo sólo he venido a acompañar a mi hija, a mí me vale con escuchar a Madonna en mi casa; ¡Ya me sé hasta las letras!”.

Aunque también había despistados que no se enteraban muy bien de qué iba el cuento. “¿Esto para qué es?”, preguntaban algunos. Y el más desubicado: “¿Por qué hay tanta gente para comprar en la lotería?”.

El honor de acariciar en primer lugar las preciadas entradas ha sido para una sevillana, Esther María Villa, y su amigo José Luis de las Heras, del Viso. Llevaban en la puerta de la tienda desde las ocho de la tarde del día anterior. “Él ha dormido un poco; yo nada”, declaraba ante las cámaras y los micrófonos de la prensa. Y añadía “Soy fan desde siempre, es imposible no escucharla”, mientras un hombre que sobrepasaba los sesenta años boicoteaba su momento de gloria vociferando fuera de escena: “¡Madonna es un producto comercial, una mafia, un comecocos!”. Los grandes iconos, ya se sabe, despiertan tantos odios como pasiones.

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