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Fernando Benzo. Escritor

“Las sociedades evolucionan al mismo tiempo que lo hacen sus delitos”

  • El autor logró el Premio Azorín con 'Los perseguidos', una novela que viaja de la España 'quinqui' a los crímenes de la actualidad

Fernando Benzo, fotografiado hace unos días en Sevilla.

Fernando Benzo, fotografiado hace unos días en Sevilla. / Juan Carlos Vázquez

El escritor madrileño Fernando Benzo (1965) novela en Los Perseguidos (Planeta), por la que ha conseguido el Premio Azorín, las últimas décadas de nuestro país a través de la trayectoria de Dardo, un delincuente surgido en la España quinqui arrasada por la heroína y que acaba siendo pieza clave en la estructura del crimen organizado internacional.

-Una novela negra y quinqui…

-Yo creo que Los perseguidos es más negra que quinqui… aunque admite diferentes etiquetas. Mis personajes son quinquis solo una temporada, porque pasan a ser unos delincuentes, que surgen en un barrio y un tiempo muy quinquis, pero ellos ascienden en la escala social de la delincuencia. La novela recorre cuatro décadas en las que los personajes y situaciones van cambiando, de los quinquis gamberros de los quince años a formar parte del crimen organizado internacional

-También es su novela un recorrido por la cara b de España.

-Sin duda. Habitualmente, tenemos tendencia a escribir historias de buenos y yo he querido contar una historia de malos. Y a través de la historia de esos malos, contar la historia de nuestro país. Hay un cierto retrato de época en la novela, y yo he escogido la visión de lo oscuro. Tendemos a mitificar nuestra historia, creyendo que todo fue luminoso en los 80 y 90, y yo he querido buscar en las sombras.

-¿Hay mucho de realidad en Los perseguidos?

-Hay mucha realidad en la novela. No solo en el concepto, como un retrato real de la época, también en las aventuras que viven los personajes. En la hemeroteca encontré una serie de historias que, francamente, eran mucho más divertidas y apasionantes que las que se me habían ocurrido a mí. Por eso, muchas de las aventuras que protagonizan mis personajes ocurrieron de verdad, hasta tal punto que me gustaría hacer dudar al lector. Que se pregunte si pudo ocurrir lo que le estoy contando.

Fernando Benzo. Fernando Benzo.

Fernando Benzo. / Juan Carlos Vázquez

-¿Hay muchos Dardo y Dani (grandes protagonistas de Los perseguidos)?

-Creo que sí. Los sigue habiendo, pero se van sofisticando. Ya no existe el Dardo quinqui quinceañero, pero el delincuente sofisticado, de moqueta, que aparece en la novela cada vez está más extendido. Como todo, también los criminales han ido evolucionando. En cuanto a Daniela (Dani), que es una periodista de investigación, la sorpresa que me estoy llevando es cuando los periodistas que han leído la novela se sorprenden de que exista ese personaje. Yo creo que existen todavía esos periodistas, de investigación, que denuncian a través de sus informaciones. Me llama mucho la atención que Dani se considere casi como un personaje exótico.

-Los perseguidos es también una novela sobre la llegada de la droga a España.

-Hay un momento en la novela en el que los personajes dan ese salto. Abandonan el mundo quinqui y se dan cuenta de que el futuro está en el tráfico de droga. Esto se produce en un momento en el que en España se da la gran avalancha de libertad que trajo consigo la Transición, avalancha positiva y que todos hemos mitificado, pero que trae algo oscuro, que es la droga, sobre todo la heroína. Hasta tal punto que hay un centro de Madrid dominado por las mafias iraníes, que traían la droga desde Pakistán. Aquello fue algo terrible, porque se llevó por delante a buena parte de una generación.

-¿Y ahora, cómo nos enfrentamos a las drogas?

-Ahora sigue existiendo el problema, por supuesto, porque se ha convertido en algo endémico a nuestro sociedad, pero quizás ahora tenemos algunas herramientas, sociales y educativas para combatirlo. En aquel momento no se sabía nada, por lo que esa avalancha se lleva a mucha gente que no sabía cómo enfrentarse a ese grave problema. Un problema que se agrava cuando llega el horror del sida, que se asoció en un principio con el consumo de drogas. Hay un momento en la novela, que Dardo da un giro meramente empresarial, tras la muerte por sida de un amigo: ha pasado el tiempo de la heroína y ha llegado el de la cocaína. El crimen evoluciona, del mismo modo que evolucionan las drogas y el narcotráfico. Las sociedades evolucionan y también lo hacen sus delitos.

"La avalancha de libertad trajo algunas sombras. Pero no quiero imaginar cómo sería este país sin la Transición"

-¿Los crímenes, los delitos, también nos sirven para radiografiar una sociedad, y un tiempo?

-Sin duda. Yo he escrito una novela, y de aventuras, no es un ensayo, pero sí tú lees Los perseguidos fijándote en el escenario de fondo puedes ver el cambio de la sociedad. Y el traficante que comienza con el trapicheo y el menudeo, acaba siendo un delincuente sofisticado, que forma parte de una gran multinacional del crimen. Yo creo que la prosperidad social que va viviendo España incide en el cambio de su criminalidad. España se ha convertido en un país atractivo para las grandes mafias del Este, y lo hacen porque España ha evolucionado, se ha sofisticado, y se convierte en un escenario muy apetecible. Por tanto, las aventuras que viven los personajes en los 70 no tienen nada que ver con las que viven en este siglo. El retrato del crimen es el retrato de la sociedad, sin ninguna duda.

-¿La Transición tiene mucho de quimera y poco de realidad, o viceversa?

-Tiene mucho de realidad, fue un momento crucial en nuestro país. Las luces son muy superiores a las sombras, pero al mismo tiempo la mitificación nos impide ver la parte negativa que pudiera tener. La transición fue luminosa en un porcentaje muy elevado, y nosotros somos fruto de ese acierto. Indiscutiblemente, tal avalancha de libertad trajo algunas sombras. En cualquier caso, no quiero imaginar cómo sería este país sin la Transición.

-Muestra un poder que se expande más allá de lo que contemplamos o imaginamos.

-La capacidad expansiva de la maldad, la delincuencia y la corrupción es enorme, también en la percepción que tenemos de ella. Yo, sinceramente, creo que hay muy pocos políticos corruptos, muy pocos, pero la capacidad de expandir la sensación de porquería es brutal, y al final acabamos creyendo que todos los políticos son corruptos, y no es así. La mayoría son honrados. La oveja negra de turno consigue hacernos creer que todas las ovejas son negras.

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