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Arte

La forma: una cita entre arte y conocimiento

  • La Caja China muestra la obra de Elena Asins y Manuel Barbadillo, pioneros en la aplicación del cálculo

No sé si se habían concido antes, pero Elena Asins y Manuel Barbadillo, los autores que conforman esta muestra, coincidieron en la Galería Edurne, en Madrid, en la primavera de 1967. Barbadillo era ya un artista experimentado que, durante su estancia en Estados Unidos, había realizado varrias exposiciones (Dalí aistió a la inauguración de una de ellas). No debe extrañar pues que ayudara a solucionar ciertos problemas de instalación que agobiaban a Elena Asins, una artista mucho más joven.

Pero la coincidencia entre ambos iba más allá de las cuestiones prácticas. La exposición de Edurne la había organizado Juan Antonio Aguirre, notable pintor y excelente crítico, que entonces rastreaba las inquietudes artísticas de la nueva generación. Con estas dos palabras tituló la muestra. No era precisamente homogénea: abarcaba desde trabajos de impronta pop, como los de Luis Gordillo o Anzo, hasta las reflexiones espaciales de Teixidor e Yturralde, y los estudios de forma que era la preocupación que compartían Barbadillo y Asins. Si en algo coincidían todos los participantes, era en la convicción del estancamiento del informalismo. Puede que todos admiraran el trabajo de Tàpies y los esfuerzos del Grupo El Paso, pero creían necesario explorar otros caminos.

La opción de Barbadillo y Asins era muy clara: esforzarse en el estudio analítico de la forma, evitando la sobrecarga emocional de la abstracción informalista, siempre dominada por el riesgo de estimular en el espectador la pasión antes que despertar su inteligencia. Barbadillo venía trabajando con un módulo muy sencillo: una suerte de garra que resultaba de combinar formas geométricas muy simples: el cuadrado y el sector circular inscrito a su vez en un cuadrado. A ello añadía la luz, que venía dada sólo por los dos no-colores, el blanco y el negro. Estos elementos formaban una suerte de vocabulario que, como ocurre con las palabras, sólo podían combinarse mediante reglas precisas fijadas de antemano. Desde supuestos tan sencillos lograba construír formas tan vibrantes como las que pueden apreciarse en la actual exposición.

Las perspectivas de Asins eran más amplias. Estudiosa de los trabajos de Max Bense (poeta y filósofo alemán que ya entonces hablaba de la potencia artística de la computadora), se interesaba por los procesos de comunicación, trabajaba la poesía fonética e indagaba las posibilidades del estructuralismo porque presumía que nuestras formas de pensar y querer se relacionaban estrechamente con estructuras de las que no éramos conscientes. Sus trabajos pictóricos eran muy exactos y respondían a supuestos matemáticos desarrollados con rigor.

Los dos recogían el legado de Mondrian. El artista holandés no concebía cómo, dado el peso de la ciencia en la cultura moderna, la pintura podía seguir siendo naturalista y no tener en cuenta el alcance de los lenguajes científicos que indagaban la naturaleza mediante la abstracción. Pero a la vez pensaba que la ciencia no brotaba sólo de la inteligencia sino de un afán de conocimiento nacido de cierto dinamismo que convertía a hombres y mujeres en incesantes buscadores. Los dos elementos aparecen en su obra: la atención a la ciencia se concreta en su rigurosa abstracción; el dinamismo de búsqueda en la tensión que domina sus cuadros, siempre ajenos a la simetría y poseídos de un innegable ritmo.

No debe extrañar, pues, que para Barbadillo el ritmo fuera la clave de cualquier pintura ni que Elena Asins escribiera en 1969 un amplio estudio sobre Mondrian. Para esas fechas los dos trabajaban en el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid, donde por primera vez se aplicó en España la computadora al arte.

La muestra de la Caja China recoge, pues, la obra de dos pioneros cuyo esfuerzo, como suele ocurrir en este país, apenas fue reconocido. Muchas obras de Barbadillo (como la que ahora se expone en la colección del Museo Reina Sofía) se adquirieron por las instituciones después de su fallecimiento, el año 2003. Elena Asins, sigue trabajando en su casa de Aspirotz, sin que llegue a celebrarse la exposición retrospectiva que su obra merece. En Sevilla, en estas fechas, podemos valorar algunos de los trabajos de ambos autores: pinturas y dibujos de Barbadillo (colgados estos últimos en la oficina de la galería) y, de Elena Asins, un elaborado dibujo de la serie Utseski (1980) y pinturas, relieves y esculturas de la serie Dolmen, toda ella basada en una sola forma: un cuadrado al que se le resta un breve triángulo.

Elena Asins y Manuel Barbadillo. Galería La Caja China, calle General Castaños, 30, Sevilla. Hasta el 27 de febrero.

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