Resacón en Móstoles

No es difícil imaginar la escena de los productores llevando a las televisiones privadas o a Netflix el guion o la premisa de esta nueva comedia, intentando venderles a los ejecutivos la actualidad del dinero fácil de los Bitcoins como gancho y pretexto para un fin de semana loco de colegas de barrio sin suerte en un hotel de cinco estrellas a las afueras de Madrid.

Una reunión en la que sin duda también se hablaría de reclutar a un elenco de rostros televisivos y en la que se insistiría en elevar un poco la dosis de gamberreo celtibérico e incorrección de grupo de Whatsapp para contentar a ese cuñado alfa que no deja de ser al fin y al cabo el nuevo paganini de este tipo de cintas de usar, trincar y tirar.

Suponemos que todo debió sonar mucho más gracioso contado o sobre el papel de lo que luego resulta en pantalla, porque Sanabria y Villaverde, a la sazón co-guionistas, no parecen dominar ni el tempo, si el sentido del gag ni mucho menos el tono general de su propia historia y sus propios chistes, demasiados en boca de un Pablo Chiapella que parece aquí el único dispuesto a mantener y subir la apuesta mientras que a su lado un mustio Alejo Sauras, un empolvado Canco Rodríguez o el llorica Mauricio Ochmann se quedan muy cortos o se pasan de rosca en su accidentado enredo en busca de la clave para hacerse millonarios. De los personajes femeninos casi mejor no hablar.