Arte

"En mi obra busco esa parte de mí que desconozco"

  • Juan Uslé, uno de los nombres con más proyección internacional del arte español, protagoniza en la galería Rafael Ortiz la exposición 'Un baile lento'

El pintor Juan Uslé.

El pintor Juan Uslé. / V. Civera

Convencido de que el arte es una vivencia íntima que no precisa de distracciones, Juan Uslé (Santander, 1954) siente a menudo que tiene que "protegerse del entorno en el que vivo". Cuando trabaja en su estudio de Saro, en Cantabria, el creador procura esconderse de la belleza que asoma tras las ventanas. "Ahora, mientras hablamos, veo un río, o unos árboles enormes a los que está peinando el viento", describe al otro lado del teléfono, aún conmocionado pese a la familiaridad que tiene con ese paisaje. "Esta mañana di un paseo, hice fotos, y está la primavera de un exuberante, de un sensual, que es una maravilla", apunta Uslé, que en unos días viajará a Nueva York, donde se trasladó a mediados de los 80. "Tengo hambre de estar allí, aunque en cuanto llegue echaré de menos esto. Siempre ando entre un sitio y otro. Mi casa, supongo, está hecha de retales".

Uslé, un autor reconocido con el Premio Nacional de Artes Plásticas y con obra distribuida por museos de la talla del Pompidou de París, el Reina Sofía, el Moderna de Estocolmo o la Tate Modern de Londres, protagoniza ahora una exposición en Rafael Ortiz, Un baile lento, en la que se aleja del ruido y de las prisas del mundo para desplegar en sus lienzos, entre capas de color, una música serena y reflexiva. "Desde la soledad de su estudio", apuntan en la galería sevillana, "consigue transmitirnos sus pensamientos, recuerdos y paisajes vividos. Su pintura, pura meditación, parte de un planteamiento absolutamente teórico en una búsqueda constante de lo existencial: el agua, la luz, el silencio, lo infinito".

En esa conciliación de "geometría y lirismo" que destacó de él Juan Manuel Bonet, con esa capacidad para "crear un lugar" con sus cuadros que celebra la especialista Mónica Carballas, Uslé busca provocar la emoción en los espectadores. "Estos días me ha parecido cómica la noticia de que un robot puede pintar mejor que un ser humano. Pero la pintura es otra cosa", matiza. Una máquina no posee el bagaje que se barrunta detrás de cada pincelada. "Cuando he estado en Sevilla, con motivo de la exposición, he recorrido lugares, iglesias, he visitado el Bellas Artes y me he hartado de hacer fotografías, pero no los encuadres típicos que decidiría un turista ni ningún selfie, yo he captado detalles, rincones o he admirado los zurbaranes", evoca, antes de añadir que un robot no podría empaparse de todas esas experiencias, ni podría apreciar cómo resuena en la ciudad "algo de esa España cervantina, de cuando el comercio con las Indias por el Guadalquivir, que se respira en las calles".

'Horizontes confinados', una de las obras que se exponen. 'Horizontes confinados', una de las obras que se exponen.

'Horizontes confinados', una de las obras que se exponen. / D. S.

En las creaciones de Uslé se suceden los mares y los ríos, los cielos y los verdes que remiten a su Cantabria natal, a ese niño que pasaba "mucho tiempo solo, porque mis padres trabajaban" y que encontró compañía en el paisaje. "Me considero afortunado por mi vínculo con la naturaleza, con la tierra", afirma un hombre que cree que "es importante mantener la humedad en la raíz, saber de dónde vienes, recordar a tu familia". Al artista nunca le interesó desprenderse de esos lazos, "que en cierta manera son alimento", pero tampoco quiso aferrarse en exceso a los orígenes "porque si lo haces te pesan las cosas, y el peso es incómodo. Ya tenemos bastante carga los artistas plásticos con los materiales que utilizamos. El poeta, el escritor, lleva un lápiz, un cuaderno o una tablet, expresa unas ideas con ellos, pero nosotros necesitamos más herramientas. Cuando viajo, para no estar todo el día de pendoneo, me llevo la cámara, un bloc y una cajita de acuarelas, para trabajar en el hotel, y cuando se me olvida tengo que comprarlo en la ciudad en la que estoy. Llevo un estudio en miniatura al lugar en el que voy a vivir esos días".

“Hay que mantener la humedad en la raíz, saber de dónde vienes, pero no aferrarte a ello”

Uslé no exponía en Sevilla desde 1986, cuando La Máquina Española le dedicó una individual. "Como profesional, te vas atando a ciertos compromisos. Estar en los circuitos del arte, como yo he estado, ser invitado por galerías internacionales, me ha ayudado, claro, ha propiciado que tenga relaciones con otras personas muy interesantes, y me ha reforzado en el propósito de ser artista, pero eso ha impedido que fuera a otras ciudades con más frecuencia", razona. Fue la complicidad con Rafael Ortiz, con quien mantenía el contacto como coleccionista, y con el que ha participado en alguna colectiva, la que acabó gestando este Un baile lento.

¿Conserva Uslé las mismas intuiciones sobre el arte que aquel joven que expuso a mediados de los 80?, le preguntamos. "Cuando eres joven piensas de otra manera, pero en esencia eres el mismo", argumenta. "Mis intuiciones siempre estaban alimentadas por el deseo, porque yo era muy consciente no de quién era, porque nunca sabes quién eres, eres simplemente una potencia, un germen que se tiene que desarrollar. Pero sí tenía claro mi deseo: quería llegar a ser pintor y que no me diera vergüenza decirlo. Yo pertenezco a una época en que los jóvenes estábamos muy comprometidos, políticamente sobre todo, y no nos sentíamos muy partidarios de llamarnos artistas, que parecía escrito con la a mayúscula. Pero lo que hay por dentro de uno, lo que tiene que ver con la raíz, con una voluntad interior, eso no se escribe con nada, eso está ahí y no se ha perdido, y yo sigo aspirando a lo mismo. La diferencia entre entonces y ahora es que hoy sigo con la misma ambición, pero albergo la sensación de que ya no voy a perder ningún tren. Yo no tenía mucha formación, no estaba preparado para algunas empresas, a mí me llamaron unos galeristas americanos que hablaban en inglés y yo no me manejaba en ese idioma, me invitaban a exposiciones internacionales y mi galería de Madrid no tenía las infraestructuras para mandar los cuadros... Pienso que las cosas salieron porque seguí trabajando, esa tenacidad fue mi arma. No hablo de seguridad, porque la seguridad es peligrosa, pero sí conquisté la aceptación, ya digo que soy pintor sin sentir vergüenza".

'Soñé que revelabas' recibe al visitante en Rafael Ortiz. 'Soñé que revelabas' recibe al visitante en Rafael Ortiz.

'Soñé que revelabas' recibe al visitante en Rafael Ortiz. / D. S.

Pese a que "cuando yo y mis compañeros descubrimos a John Cage, la música experimental, las performances, tratamos de probar también esos lenguajes", Uslé se ha mantenido fiel a la pintura, que "siempre ha estado cuestionada, desdeñada. Yo he asistido a muchos de sus funerales, de todas las veces que la han dado por muerta...", analiza, antes de detenerse en una paradoja. "Es curioso, porque fue en los 90, la etapa más antipintura, el momento en que la disciplina era más ridiculizada, cuando yo conseguí que me metieran en exposiciones notables. Todo eso me dio una enseñanza: el ir contracorriente no es malo, lo malo sería lo contrario. No quería formar parte de una moda, yo más bien tenía una necesidad imperiosa de alejarme. Para meterte en ti, precisas calma, silencio, moverte en otro tiempo distinto al de los demás... Ya no me duele si me meten o no en exposiciones, sé que mi fuerza funciona a otra velocidad, que no miro hacia fuera sino hacia dentro. No me preocupo por estar en todas partes ni por ser nadie, yo lo que quiero es acercarme a mí, más exactamente a la parte de mí que desconozco. El camino es este, y tiene más que ver con el silencio, con desposeerte del sentido del tiempo".

El pintor eligió para la muestra el título de Un baile lento porque "hace referencia al disfrute, al encuentro, al cuerpo", y porque la pintura le recuerda a ese misterioso y dulce forcejeo de dos carnalidades que se unen. "Puedes bailar desenfrenadamente, dar saltos, pero el baile lento tiene algo más hondo. Para mí, es como aceptar que soy pintor, y saber que lo puedo gozar ya sin complejos. El baile lento encarna el deseo y la posibilidad de llevarlo a cabo físicamente. En la pintura es importante la materia, es lo que la distingue de la fotografía. Y frente a una obra bailo también: gesticulo, me muevo, pero también es importante el pensamiento, la idea inicial o la que va remodelando el cuadro, que lo hace crecer. Un baile lento es una metáfora, un título que me parecía sugerente y que le gustó también a Rafael".

“De joven yo tenía claro cuál era mi deseo: decir que era pintor y no avergonzarme de serlo”

Algunas de las obras recogidas en esta muestra dialogan con la pandemia, como el cuadro Horizontes confinados. "¿Cómo no iba a reflejar lo que nos estaba pasando? Nosotros [se refiere a él y a su pareja, la también artista Victoria Civera] estamos poco pendientes de las noticias, pero un día asumimos el impacto que iba a tener el virus cuando descubrimos que todos los vecinos del edificio de Nueva York en que vivimos se habían ido a su segunda residencia. En mi pintura intenté encontrarle sentido a lo que nos ocurría, que es lo que hacemos los artistas con la información que nos dan. Quizás los que nos dedicamos a esto andábamos más preparados para un aislamiento como el que sufrimos, estamos más habituados a pasar muchas horas solos en el estudio". Lejos del cliché del creador atormentado, Uslé prefiere ver el lado positivo de su oficio. "Necesito estar siempre en el estudio porque me entusiasma pintar. Yo soy un enfermo, no sé si del trabajo o del disfrute. Si la vocación es una condena, en mi caso es una condena placentera, yo no sufro".

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