La humanidad en un hilo

La voz de Hind | Crítica

Una imagen del filme de Kaouther Ben Hania.
Una imagen del filme de Kaouther Ben Hania.

La ficha

*** 'La voz de Hind'. Docu-drama, Túnez-Francia, 2025, 89 min. Dirección y guion: Kaouther Ben Hania. Fotografía: Juan Sarmiento G. Música: Amin Bouhafa. Intérpretes: Motaz Malhees, Saja Kilani, Hamer Hlelel, Clara Khoury.

Jonathan Glazer, Alfonso Cuarón, Brad Pitt, Joaquin Phoenix o Rooney Mara aparecen acreditados como productores ejecutivos, es decir, como principales valedores para la circulación internacional y su más que probable candidatura al Oscar, de esta cinta de alto impacto emocional y rabiosa actualidad humanitaria con la que la tunecina Kaouther Ben Hania vuelve a moverse en el resbaladizo terreno del docudrama autorreflexivo de denuncia como ya hiciera en su anterior y también premiada Las cuatro hijas.

Porque todo en esta Voz de Hind pasa por el cuestionamiento de sus estrategias de reconstrucción ficcional de unos hechos reales dramáticos y sobrecogedores en sí mismos, a saber, el acribillamiento de una familia en un vehículo en el Norte de Gaza por un comando del ejército israelí mientras un equipo de teleoperadores de la Media Luna Roja intentaba desde el otro lado del teléfono salvar la vida de la única superviviente del ataque, una niña de apenas seis años llamada Hind Rajab.

Hemos de suponer que Ben Hania le dio muchas vueltas a cómo abordar el asunto sin sobrepasar los límites de la explotación sensacionalista del hecho real pero sin renunciar a la voluntad de llamar a la indignación sobre las atrocidades que se están cometiendo en aquella región. Lo suponemos pero de igual forma constatamos que, a pesar de los registros sonoros de aquellas conversaciones telefónicas desesperadas (visualizados en una gráfica recurrente) e incluso de la recuperación de algunas imágenes del operativo grabadas con móviles, todo en esta Voz de Hind pasa por un mecanismo dramático de suspense, dialéctica y tensión por momentos artificial que se nos revela más allá del límite de la ética por más loable que sea el propósito de su denuncia.

La voz de Hind busca agarrar a su espectador por el cuello para no soltarlo, hacerlo partícipe emocional e incluso físico de la impotencia de la distancia, la espera y el vacío visual de la tragedia (revelado in extremis), posicionarlo en el centro del caos y el protocolo a veces absurdo que rige este tipo de situaciones extremas. Sus estrategias se nos hacen tan impactantes como visibles, tan cinematográficas como efectistas y manipuladoras. Y hablar de efectismo y manipulación aquí se nos antoja problemático. Posiblemente, pasada su urgencia, esta película termine siendo más útil para un debate sobre las formas cinematográficas y sus propósitos que para concienciar aún más a la opinión pública sobre el genocidio palestino.

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