Más es menos
1936 | Crítica de teatro

La ficha
** ‘1936’ Centro Dramático Nacional, Check in Producciones y El Terrat. Autores: Albert Boronat, Juan Cavestany, Andrés Lima y Juan Mayorga. Dramaturgia: Albert Boronat y Andrés Lima. Dirección: Andrés Lima. Intérpretes: Antonio Durán “Morris”, Alba Flores, Natalia Hernández, María Morales, Paco Ochoa, Blanca Portillo, Guillermo Toledo, Juan Vinuesa y el Coro de Jóvenes de Madrid (Agata Czaplicka, Alejandra Gascueña, Antonio Carlos Civantos, Arian Kazemi, Carla Tejedor, Carmen Villa, Carolina Álvarez, Christian Galán, Clara González, Clara Pinos, David Blanco, Elena Gaubeca, Eugenia Martínez, Eva Fernández, Guillermo G. Trueba, Ignacio Risueño, Inés Alonso, Irene Bello, Irene Zamora, Javier Sastre, Javier Plá, Julia Avisbal, Luar Lijó, Lucía Muñoz, Lucía De Prado, Luis García, Madeleine Fleming, Marcos Carvajal, María Rocano, Marina Díaz, Marta Olmeda, Miguel Reviriego, Pablo Pérez, Pablo Alonso, Raquel Gamella, Sandra Fernández y Sebastián Velayos). Escenografía y vestuario: Beatriz San Juan. Iluminación: Pedro Yagüe. Música: Jaume Manresa. Vídeo creación: Miquel Àngel Raió. Espacio sonoro: Kike Mingo. Caracterización: Cécile Kretschmar. Comunicación Check in Producciones: Pepe Iglesias. Producción: Joseba Gil. Lugar: Teatro Central. Fecha: Viernes, 8 de febrero de 2025. Aforo: Agotadas las localidades.
Faltan calificativos para enfrentarse a la última propuesta de Andrés Lima. Teatro documental que se ocupa de la Guerra Civil española en un espectáculo que dura cuatro horas y media (con dos descansos) y que está plagada de propuestas monumentales, a la altura del acontecimiento, pero en el que hay también muchos elementos que no se han querido desechar y que alargan el espectáculo hasta los 270 minutos. Sin duda, alguien podrá argumentar que hubieran hecho falta muchas más horas y tendrán razón pero estamos ante una obra teatral y no ante una enciclopedia o un libro de historia.
Que la guerra civil española se tiene que seguir desentrañando no hay quien lo cuestione. La propuesta, documental, historiográfica, sesuda, carente de emoción, basada en el mayor desgarro de nuestra historia reciente, escruta cómo el golpe estaba perfectamente orquestado, dirigido y alentado por fuerzas y personas muy reconocibles de este país o la ayuda que Italia y Alemania prestó a los rebeldes (sirviéndose de nuestras ciudades y campos para probar sus armamentos (Gernika o ‘La Desbandá’ de Málaga). Y, por supuesto, el abandono que vivió España de las potencias democráticas, Reino Unido y Francia.
Cuatro autores, Albert Boronat, Juan Cavestany, Juan Mayorga y Andrés Lima (también director) firman este ‘Novecento’ español que, mucho me temo, se sirve de la complicidad del espectador que conoce nuestra desgraciada historia. Pongo en duda que los jóvenes a los que también va dirigida 1936 puedan seguir el hilo de esta tragedia si no tienen conocimientos previos de nuestra república, de la rebelión de los fascistas y de los tres años en los que España se desgarró en una guerra en la que ambos bandos hablaban la misma lengua.
Andrés Lima se enfrenta a 1936 como ya lo hizo con Shock 1 (El Cóndor y el Puma) y Shock 2 (La Tormenta y la Guerra). Y durante un año ha contado con un equipo con el que ha dado a luz esta Arca de Noé prolífica, densa y que provoca pasiones, me temo, entre un público ya convencido. Las puertas del Teatro Central, creo que por primera vez en su historia, recibieron la visita de la Asamblea de Familiares y Asociaciones de Memoria Histórica de la Plaza de la Gavidia que acudieron con fotos de sus familiares desaparecidos con el fin de que continúe su búsqueda. Por otra parte, el estreno de la obra (sólo dos días programada) llegó a colapsar la web del Central porque su aforo se vendió en pocos minutos. Todo un acontecimiento, sin duda, que, desgraciadamente, no se tradujo en una puesta en escena donde los valores teatrales sobresalieran sobre los históricos.
Vaya por delante que todos y todas los profesionales de 1936 poseen una calidad extraordinaria. Desde los intérpretes, Antonio Durán, Alba Flores, Natalia Hernández, María Morales, Paco Ochoa, Blanca Portillo, Guillermo Toledo y Juan Vinuesa y el Coro de Jóvenes de Madrid hasta Beatriz San Juan (escenografía y vestuario) Pedro Yagüe (iluminación) y Jaume Manresa (música) son inmejorables en sus terrenos.
El problema surge cuando se nos quieren contar tres años para los que harían falta tres vidas. Los aciertos de la iluminación, de la escenografía, acaban ahogándose ante la repetición. En la segunda hora ya hemos visto subir y bajar de las mesas a todos los intérpretes y la fórmula se vuelve cansina: los focos que recortan y siguen a los actores, las inevitables escenas sin movimiento escénico, uno frente al otro, los focos implementando las secuencias de las radios, los gritos constantes de algunos personajes llevados a la caricatura. Solo la música y el coro de jóvenes de Madrid mantienen el excelente nivel del comienzo (con Pau Casals y el Himno de la Alegría). Desgraciadamente, desde el lugar en el que vi la función no pude disfrutar de la vídeo creación de Miquel Àngel Raió.
Por supuesto que hay momentos maravillosos, ¿cómo no? si todos sus elementos lo son, pero la falta de emoción (ésta la llevábamos de casa) y la profusión de datos te lleva al cansancio, a un aburrimiento en el que uno empieza a desear que la obra concluya.
Afortunadamente, el epílogo, la bandera republicana y su referencia a los enterrados en las cunetas, adquirió la poesía y el simbolismo que me hubiera gustado vivir en las anteriores cuatro horas.
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