¿Las mejores películas del siglo XXI?: un canon para el aburrimiento

Salir al cine

‘The New York Times’ ha publicado una nueva y controvertida lista con las 100 mejores películas del siglo XXI que revela muchas cuestiones sobre el actual estado del cine y la cinefilia.

Una imagen de 'Parásitos' (2019, Bong Joon-ho), la mejor película de lo que llevamos de siglo según The New York Times.
Una imagen de 'Parásitos' (2019, Bong Joon-ho), la mejor película de lo que llevamos de siglo según The New York Times.

Lo comentaba hace unos días nuestro estimado colega portugués Luís Miguel Oliveira: “la piedra que se hace pasar hoy por oro es cada vez mayor; ya no hay malas películas”; son todas obras maestras, podríamos añadir. Y en efecto, en plena crisis de las salas, vivimos bajo el influjo de una oleada entusiasta que celebra cada estreno como un acontecimiento, cada nuevo filme como una obra de autor incluso dentro del mainstream industrial o marveliano (que viene a ser lo mismo, con permiso de Tom Cruise), bajo una nueva dictadura del espectador-juez empoderado con sus clics, sus redes sociales o sus estrellas en los tomates podridos. Una era en la que coinciden y se retroalimentan en bucle los criterios de festivales, crítica y premios académicos, en una suerte de círculo vicioso que convierte a títulos como Parásitos o Anora en Palmas de Oro con pasaporte al Oscar independientemente de que vengan de Corea del Sur o de los márgenes de ese falso indie que se distribuye ya con más copias que algunas películas comerciales.

No es menos llamativo que la crítica especializada tienda cada vez más a remar al unísono, sin apenas debate estético, no digamos ya político (fuera de lo políticamente correcto, claro está), y sobre la base estable de unos mismos títulos, no casualmente los que sancionan esos festivales, premios e instituciones, y sobre la inercia de un astuto diseño promocional, bienvenidos al poder de los departamentos de prensa, que les hace prácticamente todo el trabajo para darles, a veces de forma literal, los textos hechos.

Es ese, grosso modo, el contexto en el que surge una nueva lista con lo-mejor-de para el debate, la controversia o el aburrimiento desde las páginas del otrora influyente The New York Times, una lista con las 100 mejores películas del siglo XXI elaborada mediante el voto de 500 personalidades y profesionales de la industria (sobre todo norteamericana), pero también otra a partir de los votos de los lectores y suscriptores donde, ¡oh, sorpresa!, tampoco encontramos demasiadas variaciones respecto a la primera y donde, entre Barbies, Asters, Lanthimos, Eggers y Vengadores, se cuela incluso un título de hace unos meses como Sinners, lo que nos da una idea de la (nula) perspectiva histórica del sondeo.

Así, no es de extrañar que veamos a Parásitos, de Bong Joon-ho en la cima de ese top, seguida de títulos como Mulholland Drive, de Lynch, Pozos de ambición, de Anderson, In the mood for love, de Wong Kar-wai, Moonlight, de Jenkins, No es país para viejos, de los Coen, Olvídate de mí, de Gondry, Déjame salir, de Jordan Peele, El viaje de Chihiro, de Miyazaki y La red social, de Fincher: tres cintas asiáticas y siete norteamericanas, ninguna mujer, un par de directores afroamericanos y ninguno europeo.

¿Son acaso estas malas películas? Claro que no. ¿Son las mejores del siglo XX? Ni mucho menos. ¿Son estos los cineastas y títulos que han marcado o abierto un sendero en estos últimos 25 años? Sí y no. Sí por algunos de los motivos antes esbozados; no en tanto que muchas de ellas prolongan movimientos o sensibilidades previas y, sobre todo, dejan fuera a ese otro cine que no aspira a ser obra maestra, masiva y trascendente, un cine que se mueve bajo el radar de los aparatos de promoción y los publicistas, lejos de las tendencias y los focos mediáticos.

'Volver' (2006), de Pedro Almodóvar, única cinta española en la lista.
'Volver' (2006), de Pedro Almodóvar, única cinta española en la lista.

No es mucho más estimulante, más bien todo lo contrario, lo que sigue en los puestos del diez al veinte: Mad Max: Fury Road, La zona de interés, Hijos de los hombres, Malditos Bastardos, Ciudad de Dios, Tigre y Dragón, Brokeback Mountain, Y tu mamá también o Zodiac, todas ellas con sus Oscar, sus Palmas y Leones, sus decenas de making-of y vídeo-ensayos explicativos, clásicos instantáneos nacidos desde esa arrolladora y nueva democracia cinéfila prisionera del hype y sin demasiada memoria histórica más allá del cine de los 70.

Los directores recurrentes del nuevo canon: Tarantino, Coen, Cuarón, Nolan, Fincher, Anderson (Wes y PT), Lee, Linklater, Pixar o el veterano Scorsese. Las ausencias flagrantes: Costa, Godard, Kaurismäki, Moretti, Bellocchio, Bing, Zhang-ke, Sang-soo, Hsiao-Hsien, Apitchapong, Ming-Liang, Kurosawa, Kiarostami, Panahi, Erice, Mekas, Bilge Ceylan, Garrel, Carax, Guiraudie, Jude, Lapid, Davies, Tarr, Sokurov, Akerman, Denis, Martel, Rohrwacher, Ripstein, Llinás, Coutinho, Eastwood, Cronenberg, Van Sant, Gray, Shyamalan, Reichardt, Oliveira, Azevedo Gomes, Guerin o Serra. Y seguro que nos dejamos a alguno en el tintero.

Por si no fuera suficiente, comparar esta lista de TNYT con cualquiera salida de los primeros 25 años del siglo XX sería también una invitación a la depresión cinéfila.

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