Muere el fotógrafo Claudio del Campo, aliado imprescindible del arte sevillano
El autor, que estuvo detrás de numerosos catálogos de otros compañeros, protagonizó una exposición en el Cicus en 2019.

Era un nombre fundamental en el arte sevillano, el fotógrafo el que confiaban los pintores y galeristas para que retratara con fidelidad, con su cámara, cada obra. También un amigo cómplice que inmortalizaba en la intimidad del estudio o junto a sus familiares a los artistas. Claudio del Campo (Sevilla, 1958) murió este jueves dejando atrás una trayectoria única como testigo imprescindible del arte sevillano, también como un creador al que el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (Cicus) y el galerista Rafael Ortiz, comisario de la muestra, reivindicaron a finales de 2019 con una exposición que recorría su carrera.
Hijo mayor del recordado pintor Santiago del Campo y hermano de la también artista Salomé del Campo, el autor tuvo entre sus aliados a Carmen Laffón, a quien apoyó a lo largo de los años y con quien compartía la discreción en el carácter y una entrega concienzuda al trabajo. La amistad entre ambos permitió ofrecer imágenes singulares en las que Laffón rompía su reserva habitual, como una fotografía en la que la artista reía junto a su sobrina Carmen, aún niña. Esa era una de las estampas que se pudo ver en la retrospectiva que le dedicó el Cicus, por la que también asomaban los artistas Juan Romero, Curro González y Jaime Burguillos o el torero Manolo Vázquez.
Con motivo de aquella exposición, titulada Pintando la fotografía, el crítico Juan Bosco Díaz-Urmeneta analizaba la importancia que Claudio del Campo había tenido en la divulgación de la obra de los pintores sevillanos al fotografiar con un extremo rigor las pinturas que aparecerían en los catálogos. Señalaba así al profesional como un pilar en la visión que el mundo tenía de estos creadores: "Estas imágenes iniciales, claves de una primera mirada, han surgido, para muchos autores, de las fotos de Claudio del Campo. Tiempo atrás trabajaba con un laborioso utillaje: lámparas que el mismo seleccionaba, grandes telas para cubrir el espacio alrededor del cuadro y evitar reflejos contaminantes, cámaras y juegos de lentes elaborados por él mismo. Hoy las cosas son más sencillas aunque sólo en apariencia: los medios ideados por Del Campo para lograr la mejor imagen están en otro lugar. Los ha ido extrayendo del inventario digital, con la misma atención, estudio y selección personal con que buscaba e ideaba recursos para la fotografía analógica", argumentaba el crítico, que celebraba entonces la pertinencia de aquella exposición: "Apenas conocíamos el arte de este mensajero del arte. Poco sabíamos de Claudio del Campo como autor. Ahora sabemos algo más gracias a Rafael Ortiz, comisario de la muestra, y a la Universidad de Sevilla que aloja sus fotografías".
El Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla lo definió como "un extraordinario artista" cuyas instantáneas "tienen la profundidad de las obras de un gran pintor clásico" y un "rico cromatismo", un maestro que firmaba "retratos extraordinarios en los que el retratado nos inquiere" y "ambientes y paisajes con un tratamiento espectacular de la luz".
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