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Los murillos de Sevilla que robaron los nazis

  • El Meadows Museum confirma tras seis años de investigación la procedencia de los retratos de las santas Justa y Rufina, arrebatados por los nazis a una familia de banqueros judíos en París

En una investigación sobre los Monuments Men, el programa creado por las fuerzas aliadas para recuperar las obras de arte expoliadas por los nazis, Robert M. Edsel encontró en 2006 dos fotografías que situaban los retratos de las patronas de Sevilla Santa Justa y Santa Rufina realizados por Murillo en distintos lugares de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. La primera de las telas aparecía sobre un caballete en un monasterio cisterciense abandonado en la localidad bávara de Buxheim. La segunda, en algún lugar de Múnich, adonde llegó tras su recuperación de las profundidades de la mina de sal de Altaussee, en Austria, donde el ejército de Hitler apiló hasta siete mil obras de arte.

La búsqueda de Edsel también localizó las fichas del inventario nazi redactadas por el Einsatzstab Reichsleiter Rosenberg (ERR), el grupo de operaciones especiales destinado a confiscar el patrimonio cultural de las familias judías. A Santa Rufina se le asignó el código R1170; a Santa Justa, el R1171. Los números corresponden al orden de registro. La "R" determina su procedencia: la dinastía Rothschild, en este caso, con importantes negocios en la banca. Tales inscripciones coincidían con las halladas en el reverso de los retratos de las patronas de Sevilla adquiridos por el magnate petrolero Algur H. Meadows, cuya colección de arte es hoy la columna vertebral del Meadows Museum de Dallas. Ambos lienzos podrán verse desde el 8 de noviembre en la exposición Velázquez. Murillo. Sevilla de la Fundación Focus.

Entonces, ¿es cierto que los cuadros fueron robados por los nazis a una familia judía? ¿Qué ocurrió con ellos durante la Segunda Guerra Mundial? ¿Por qué se separaron en algún momento de la contienda? Y, sobre todo, ¿fueron restituidos a sus propietarios tras el final del conflicto y, por tanto, la compra de los cuadros fue legítima? A responder estas preguntas ha dedicado seis años de investigación la conservadora del Meadows Museum, Nicole Atzbach, quien arroja luz a una compleja trama de circunstancias, identidades y pistas falsas sobre el destino de las más tempranas versiones que el genial pintor realizó de las dos hermanas patronas de Sevilla.

En un amplio artículo publicado en el último número de ARS Magazine, Atzbach desentraña este convulso episodio de la Historia del Arte. Así, la conservadora del Meadows Museum logró descartar, en primer lugar, la procedencia de los cuadros dada por buena por los nazis. En su inventario, los miembros del ERR incluyen los retratos en la colección del duque de Sutherland, quien los había comprado en 1827 para su casa en Londres al conde de Altamira, heredero de la colección del marqués de Villamanrique, uno de los mecenas de Murillo. Sin embargo, en un libro de contabilidad de la familia Rothschild -que ya poseía un San Juan Bautista del artista sevillano- se anota el 27 de enero de 1874 un pago final de 30.000 francos franceses por "dos retratos alegóricos" de Murillo, identificados con las santas de Dallas.

La anotación contable revela algo más sobre el origen de los lienzos pintados por Murillo en 1665 posiblemente para la devoción privada en una casa sevillana. El oficinista señala que ambos proceden de la colección del anticuario José Domingo de Irureta Goyena (1830-1921). "Residente a caballo entre Sevilla y París, los pudo haber adquirido en la propia ciudad natal del artista, o bien en el mercado francés", argumenta Nicole Atzbach en ARS Magazine. Dos décadas después del final de la Segunda Guerra Mundial, los cuadros fueron adquiridos por la Galería Heim de París, interesada en sus marcos al pensar que se trataban de simples copias. Allí permanecieron en una pila de lienzos sin enmarcar hasta su compra, primero, por la Galería Shickman de Nueva York y, posteriormente, en 1972, por el Meadows Museum.

En este punto, quedaba por aclarar si las santas Justa y Rufina fueron devueltas a sus legítimos propietarios. Atzbach no encontró alusión sobre ello en los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores francés. Sin embargo, en una búsqueda casual entre expedientes de reclamaciones artísticas con iniciales desde la J a la M "salió de forma inesperada un 'Rothschild': la baronesa Antoinette Léonino". A ella, una de las nietas del banquero Gustave de Rothschild, la Dienststelle Westen, el equipo de saqueadores nazis con sede en París, le arrebató en octubre de 1942 dos cuadros de Murillo: uno de ellos, el retrato de Santa Justa, descrito como "Santa con jarra vestida de amarillo"; y el otro, el de Santa Rufina, anotado como "Muchacha con la mitad del cuerpo vestida de verde pálido", coincidentes con los que hoy se hallan en Dallas. El mal estado de conservación de la primera pudo desaconsejar su traslado por los nazis al depósito de la mina de sal de Altaussee, donde sí recaló su pareja.

Finalmente, Atzbach confirmó la restitución a sus propietarios de los dos retratos de las santas sevillanas, que el catedrático Enrique Valdivieso considera "como los más bellos prototipos femeninos plasmados por el artista a lo largo de su carrera". Así, el 7 de mayo de 1946 el lienzo de Santa Justa retornó a las manos de la familia Rothschild en una entrega oficial de varias piezas artísticas. Del otro lienzo, el de Santa Rufina, se sabe con certeza que iba en el sexto convoy que enviaron las fuerzas aliadas el 18 de abril de 1946 desde Múnich a París. Se ignora la fecha exacta de la devolución, pero seguro que antes de la publicación en diciembre de 1947 del segundo volumen del informe de piezas sustraídas por los nazis titulado Le Répertoire des biens spoliés en France durant la guerre 1939-1945. "Aunque en él figuraban algunas piezas de la señora Léonino, ni Santa Justa ni Santa Rufina aparecían ya en él", concluye Atzbach.

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