Artes escénicas

Manzanas orientadas al sur

  • Los finalistas andaluces a los Max esperan encontrar un hueco en el palmarés del lunes, cuando Cádiz acoja esta fiesta de las artes escénicas

Los artistas andaluces seleccionados a los Max, junto con José Lucas Chaves, director de la SGAE en Andalucía, en el Mercado de Triana.

Los artistas andaluces seleccionados a los Max, junto con José Lucas Chaves, director de la SGAE en Andalucía, en el Mercado de Triana. / Carmen Castellano

Según el Instituto Nacional de Estadística, el municipio jiennense de Vilches contaba con 4.317 habitantes en 2022. Al dramaturgo Alberto Conejero le sorprende que una localidad tan poco poblada tenga hoy a dos de sus hijos nominados a los Premios Max: el autor, seleccionado junto a Xavier Bobés en la categoría de mejor dirección por El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca, y el coreógrafo Mario Bermúdez, que opta al premio a mejor intérprete de danza y ha colocado su obra, El bosque, en varios apartados. "Jaén es una provincia muy maltratada, este impulso para el espíritu es muy necesario", dice Conejero sobre la próxima entrega de los Max, que se celebra el lunes en el Gran Teatro Falla de Cádiz.

Conejero vuelve al tema de la memoria, que ha abordado en piezas teatrales como La piedra oscura, Los días de la nieve o La geometría del trigo y el poemario En esta casa, para reconstruir, aliado con Bobés y con producción del Teatre Nacional de Catalunya, la historia de un maestro que en 1936 prometió llevar a sus alumnos a ver el mar. El hombre no pudo cumplir su promesa: sería fusilado unos meses más tarde. Al jiennense le emociona este trabajo "porque nunca hablamos de los maestros, la escuela se trata muy poco en la ficción" y porque "somos la primera generación que no dispone de testimonios directos de la Guerra Civil, por eso es importante la memoria, para evitar el olvido y la manipulación". El mar..., que sólo se ha visto en Sevilla y Granada dentro de Andalucía, ha obligado a Conejero a un cambio de registro. "Había firmado mucho teatro de texto, y escrito para la danza, pero nunca había hecho teatro de objetos", afirma sobre este montaje "indisciplinado e híbrido".

Un momento de la charla de los aspirantes a los Premios Max. Un momento de la charla de los aspirantes a los Premios Max.

Un momento de la charla de los aspirantes a los Premios Max. / Francisco J. Olmo / EP

En un encuentro con la prensa en Sevilla, en el que coincidieron los nominados andaluces a los Max –faltaron el ya citado Bermúdez y también Pablo Chaves, que peleará por la manzana al espacio escénico por Cucaracha con paisaje de fondo–, la también jiennense Vanesa Aibar habló sobre La reina del metal, una propuesta en la que esta bailaora que siempre busca trascender los límites del flamenco dialoga con el percusionista Enric Monfort. En un principio, esta pieza que opta al premio a mejor espectáculo de danza, y por el que Aibar compite como mejor intérprete, nació, gracias a una ayuda de Aecid, como una creación de vídeo grabada en la Fábrica de Artillería de Sevilla –la ciudad en la que reside Aibar– en los momentos más duros de la pandemia. Más tarde, esa investigación sobre el efecto que el sonido tiene en el baile se programó en la la Flamenco Biennale de Nederland y fue demandando un formato mayor. Un proceso que despertó algunas inseguridades en la artista, que comprobó que el contacto con la percusión propiciaba cierta "dureza" en sus movimientos "y me pregunté si habría que equilibrar aquello", confiesa la artista, que presenta el día 20 en La Fundición de Sevilla Áspid, en el que colabora con el guitarrista José Torres Vicente y en el que traza un paralelismo entre la sinuosidad de la serpiente y el mito de la bailaora para reflexionar sobre los roles de género y el papel que el flamenco reserva a la mujer.

De Jaén, más concretamente de Úbeda, aunque afincados en Granada son José Antonio y Paco Pascual, de Animasur, cuya propuesta Love, love, love podría conseguir este lunes el premio al mejor espectáculo de calle después de que el pasado año estos hermanos ya rozaran el triunfo con Buenas noches Europa. Con su nueva pieza, cuenta José Antonio, esta compañía incide en su "carácter reivindicativo, social, que llamamos activismo" y apuestan de nuevo por un teatro "que transforme la sociedad, lo que no significa que vaya a tener menos belleza por eso". Una creación exquisita que se interroga por "cómo concebimos el amor actualmente" –y cómo entra la violencia en la ecuación– con la que estos profesionales han "conectado mucho con la gente joven". La asignatura pendiente, señala Pascual, es "trabajar más dentro de Andalucía. Aquí, a los programadores no les interesan los espectáculos de calle, a no ser que hablen de duendes o de brujas. Si tratan algún conflicto, si tienen cierto compromiso, no entran en el circuito", apuntan desde la compañía, que ha estrenado en la feria MIRA de Gandía su último montaje, Color.

Una imagen de 'Nocturna, arquitectura del insomnio". Una imagen de 'Nocturna, arquitectura del insomnio".

Una imagen de 'Nocturna, arquitectura del insomnio". / Tamara Pastora

Rafaela Carrasco, finalista a la mejor coreografía por Nocturna, arquitectura del insomnio, llega a los Max con el Premio de la Crítica del Festival de Jerez logrado hace unas semanas. La sevillana ha encontrado en los desvelos de la noche un lienzo para "trabajar con imágenes, que es algo que hago mucho en mis obras". Junto al dramaturgo y poeta Álvaro Tato, con el que alumbró Nacida sombra y Ariadna, al hilo del mito, y acompañada de un importante cuerpo de baile, Carrasco viaja del comienzo de la madrugada al amanecer y transita por los más variados estados del alma: el miedo, la alucinación, la lucidez, la esperanza. Es la primera vez que la veterana incorporaba música grabada –las Variaciones Goldberg entre otros cortes– en un montaje que reúne a intérpretes de distintas edades, "que se enriquecen las unas a las otras". En el encuentro con la prensa, Carrasco reclamó más presencia de la danza "en la programación de los teatros principales. Es triste, pero tenemos más visibilidad fuera".

Israel Galván ha sido distinguido ya tantas veces con el Max que ha perdido la cuenta de los que atesora: él asegura que seis, su productora le corrige que son nueve. Vuelve a aspirar a la manzana como mejor intérprete masculino de danza por Seises, que presentó en la Bienal de Flamenco y en la que se inspira en la liturgia de los niños que danzan en la Catedral. "Las obras son como virus, que mutan y se convierten en otra cosa", aseguró sobre la evolución que vive la pieza desde su estreno. Paradojas de la vida: el bailarín más virtuoso volvió a afirmar que no le gusta bailar y proclamó que se siente más cercano a "una instalación de arte". Le augura "unos dos años" al espectáculo, "hasta que el niño haya crecido y salga de los seises", bromea.

Israel Galván, nominado de nuevo, ya ha perdido la cuenta de los Max que posee

A la reunión de finalistas de la comunidad autónoma, una charla moderada por José Lucas Chaves, director de la SGAE en Andalucía, no faltaron la productora y distribuidora Elena Carrascal, finalista al mejor espectáculo de danza, e Isabel Vázquez, seleccionada en el premio a la mejor coreografía por Archipiélago de los desastres, una obra deliciosa que entusiasma en su gira por el país y, sin embargo, lamenta Carrascal, no ha entrado en el catálogo de Platea, quizás por la falta de interés y la miopía con que los comités de selección tratan al sur y a las creaciones periféricas. Este espectáculo coral que "habla del fracaso y el éxito, y de la vulnerabilidad, una herramienta poderosísima con la que trabajamos los artistas" provoca que "todo el mundo se sienta identificado, se reconozca, quizás porque en el fondo todos somos unos perdedores", analiza Vázquez. El lunes, sin embargo, más de uno de los congregados a esta reunión puede coronarse como vencedor.

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