Cultura

Emilia Llanos, la novia imposible de Lorca

  • Lola Manjón reivindica en un libro a esta figura imprescindible en el ambiente artístico granadino del siglo XX, amiga del autor de 'Yerma', Manuel de Falla e Ismael González de la Serna

Emilia Llanos Medina fue una mujer singular, adelantada a su tiempo: culta, lectora, viajera, amante de las artes y amiga de los intelectuales más destacados de la Granada del siglo XX. Sin embargo, su figura ha sido silenciada hasta ahora; la eterna secundaria de los libros, un personaje al que los biógrafos e historiadores no dieron demasiada importancia, nunca en el papel principal. Emilia actuó como un faro para iluminar a personalidades que formaron parte de la popular tertulia de El Rinconcillo, y tuvo un papel destacado en hechos dramáticos que marcaron un antes y un después, como la detención y el asesinato de Federico García Lorca, al que idolatró hasta el fin de sus días.

Durante casi cinco años la escritora y profesora granadina Lola Manjón ha buceado en cientos de documentos y cartas para escribir Emilia Llanos Medina. Una mujer en la Granada de Federico García Lorca (Editorial Comares), un libro que acaba de ver la luz. La obra está estructuradA en cuatro partes que nos acercan a la vida de una mujer extraordinaria: Retratos de Emilia, un recorrido desde 1885 hasta 1917; Antes de 1917, una semblanza de la protagonista a través de los documentos familiares; 1917-1936, páginas donde se reconstruye la vida de Llanos gracias a las cartas de amigos e intelectuales de la época; y una última, Después de agosto del 36, un resumen de su vida desde esa fecha hasta su muerte.

Lola Manjón se fue acercando a la figura de Llanos de forma paulatina: "Nací en Granada y recuerdo haber oído hablar de ella durante mi infancia. Salía en los libros de Gibson, Penón y otros escritores y empezó a picarme la curiosidad". El primer paso fue encontrar su partida de nacimiento, era natural de Villanueva del Arzobispo (Jaén). Más tarde la autora se hizo con cartas de Falla, Lorca y otros amigos de Llanos con los que mantuvo correspondencia durante muchos años. Manjón asegura que ha intentado en todo momento ser objetiva: "He manejado muchos documentos y cartas. No es en absoluto una obra de ficción", insiste la autora, que pudo también documentarse de primera mano con personas que conocieron a Llanos, además de recibir asesoramiento de otras escritoras como Antonina Rodrigo.

Emilia Llanos era guapa, inteligente y culta. A su padre, militar, lo expedientaron y la madre se fue a vivir con una hermana y varios sobrinos. Cobraba algunas rentas de alquileres y también se dedicaba a la compra y venta de antigüedades. Como era muy inquieta y le gustaba leer, se rodeó de lo más exquisito de la intelectualidad granadina de la época. Hay constancia de que estuvo en la taberna del Polinario en la Alhambra, ubicada muy cerca de la que fue su casa durante unos años. Se quejaba del ambiente restringido de las mujeres y no dudó en desafiar las costumbres de la época. Le gustaba viajar. Gracias a su gran cultura se hizo amiga del selecto grupo de artistas que conforman la tertulia de El Rinconcillo y frecuentó la compañía de Manuel de Falla, su hermana Carmen y el pintor Ismael González de la Serna.

Lorca había oído hablar maravillas de la culta e inteligente Emilia y le pidió a su amigo González de la Serna que se la presentase. Emilia le contó a Agustín Penón ese primer encuentro con Lorca: "Me enteré de que Federico había demostrado mucho interés por conocerme desde un día en que se encontró a Ismael por la calle cuando iba a subir a la Alhambra. Federico se había quedado muy intrigado al saber que una mujer en Granada leía a Maeterlinck. En aquel primer encuentro fue muy cortés, aunque lo encontré quizás algo retraído. Cuando se marchó yo ya sabía que lo había impresionado". Las citas se suceden y Lorca pronto vuelve a su casa con el libro Impresiones y paisajes dedicado. La amistad, poco a poco, se va estrechando y aunque Emilia es bastante mayor que él, se llevan más de 10 años, tienen muchas cosas en común. Emilia lo anima a escribir, le aconseja.

La relación se va haciendo más cercana y Emilia se enamora del poeta. Durante algún tiempo estuvo convencida de que él la correspondía. Así le relataba a Agustín Penón un momento en el que Lorca la visita en su casa de la Alhambra: "Federico llamó en el cristal de la ventana. Al asomarme noté en él esa intensidad que me sobrecogía. Me dijo que quería leerme un poema que se llamaba Deseo: 'sólo tu corazón caliente, y nada más...'. Mientras lo leía yo estaba paralizada y sofocada. Qué absurda fui al no poder decir cuando acabó de leerme su poema: Mi deseo también es ardiente. Como siempre, me quedé callada".

Cuando Federico se marcha a Madrid mantiene con Emilia una intensa correspondencia. En noviembre de 1920 le manda una carta para decirle que la recuerda y que es "exquisita y espiritual". Federico prosigue: "Yo la veo en medio de ese paisaje granadino como la única mujer granadina capaz de sentirlo, y me alegro extraordinariamente de tener una amiga que mire los chopos encendidos y las lejanías desmayadas como si yo las mirase".

Emilia está retenida en Granada, debe cuidar a su madre y a su hermana. Mientras tanto sus amigos viven con libertad en Madrid. Pronto su íntimo, González de la Serna, se marcha a vivir a París, aunque nunca deja de escribirle y decirle lo especial que es para él y cómo la echa de menos. En 1924 la guapa oficial, Emilia Llanos, es retratada en la Alhambra por el fotógrafo Pelayo Mas Castañeda, en su papel de musa y mujer que representa la esencia granadina. Tanto es así que fue elegida para uno de los primeros anuncios de la aspirina, de la casa Bayer, que daría la vuelta a España. Una vez más es una mujer referente, admirada por su físico, su cultura y los valores que representa.

Su amistad con el autor de Yerma se mantiene, pero el poeta ya se ha marchado a Madrid, vive otras experiencias y regresa a Granada con menos frecuencia. Eso sí, siempre que vuelve procura visitarla. En esos años Lorca ya ha recorrido mundo, regresa de América en junio de 1930, ya no es el joven azorado al que conoció Emilia; ha madurado y seguramente ha descubierto sus inclinaciones sexuales. El poeta sólo vuelve a Granada para escribir y ver a su familia. Es la época de Así que pasen cinco años, Bodas de sangre y el teatro itinerante de La Barraca.

Entre tanto, Llanos mantiene un gran contacto con otros miembros de la tertulia de El Rinconcillo. Tendrá una estrecha amistad con Manuel de Falla, su hermana Carmen y Andrés Segovia. Todas las celebridades que visitan Granada quieren conocer a Emilia, entre ellos Juan Ramón Jiménez y su esposa. Son años de encuentros artísticos y excursiones, de los que han quedado documentos gráficos que dan fe del papel que jugó, siempre rodeada de artistas, músicos y escritores.

La Guerra Civil puso fin a los días de vino y rosas. El miedo se apodera de Granada. En abril de 1936, Emilia le pide al padre de Federico que lo autorice a viajar a México para atender la invitación de Margarita Xirgú. El padre se niega, quiere tener a su lado al poeta. El hermano de Emilia, Manuel Llanos Medina, es nombrado gobernador militar de Granada en marzo del 1936. Dura poco en el cargo, acaba siendo destituido por actividades conspiratorias y por reunirse con Queipo de Llano. Abandona el puesto el 13 de junio. Lola Manjón asegura que Emilia nunca le habló a Agustín Penón de su hermano. Todo apunta a que Emilia tuvo un desencuentro con él porque, quizás, tenía información vital acerca del golpe de estado, una información que pudo ayudar a su amigo Lorca en las horas fatales previas a su arresto. Otra hipótesis es que pudo hablar con su hermano para que intercediera por el poeta, pero tampoco este extremo ha sido comprobado porque no hay testimonios. La propia Emilia saca a su hermano de su vida y no vuelve a relacionarse con él.

Lo que sí se sabe es que la madre de Federico va a casa de Emilia al día siguiente a su detención a pedirle que vaya a hablar con Manuel de Falla. El 18 de agosto ya hay rumores de que Lorca ha sido fusilado en Víznar por la Escuadra Negra. Emilia sale a la calle y dos amigos le confirman la noticia. Cuando se dispone a ir al carmen de la Antequeruela a ver a Falla se encuentra a Antonio Gallego Burín, quien le dice que Lorca ya ha muerto y que no meta a don Manuel en líos porque "también era amigo de Fernando de los Ríos". Sea como fuere, Emilia se acobardó, volvió a casa y, más tarde, visitó a los padres de Lorca a los que contó una mentira piadosa: que el poeta aún estaba vivo. La culpa y el remordimiento la acompañaron hasta el final de sus días. Tuvo mala conciencia y se quedaba en casa para evitar encontrarse con la familia de Lorca en la calle. Así lo confirma su criada, Dolores Cebrián: "Se le vino el mundo encima. Nunca tuvo consuelo, nunca, ni a la hora de la muerte, cuando lo llamaba de aquella manera ".

La aparición de Agustín Penón en la vida de Emilia fue como una balón de oxígeno. Le facilitó datos y tuvo acceso a su correspondencia, además de compartir infinitas horas de charla. Con Penón volcó toda su vitalidad en encontrar el cadáver de Lorca, fue con él a Víznar e incluso, en los años 50, quiso comprar unos terrenos en los que creía que estaba enterrado el poeta. Pero Emilia ya nunca fue la misma persona. Lo que nunca dejó de hacer fue reunir en su piso todos sus recuerdos del amigo asesinado, en una época en la que la mayor parte de la gente los destruía por miedo. También siguió de cerca la custodia de muchas cosas de Manuel de Falla (en los años 60 se convirtió en una de las primeras patronas de la fundación del compositor).

Sabemos que Emilia escribió una especie de memorias, una obra en prosa llamada Suspiros del pasado, en las que relata sus recuerdos sobre Lorca y la relación que tuvieron. Ese manuscrito formó parte de la maleta de Penón y estaba en manos de Marta Osorio. Emilia Llanos murió el 29 de agosto de 1967 en Granada. Había perdido la razón y seguía atormentada por la culpa. "A Federico lo veía vivo en los retratos que conservaba de él, lo trataba como a una persona querida, de carne y hueso, le hablaba a las imágenes, preocupada por que estuviese bien atendido". El año pasado se cumplieron 50 años de la muerte de Llanos y nadie habló de ella, nadie le dedicó un recuerdo. Este año hará un siglo del primer encuentro entre Emilia y Federico. Fue la amiga más leal del poeta hasta el fin de sus días.

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