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Pérez-Reverte: "He aprendido más de los malvados que de los buenos"

  • El escritor presenta en Sevilla su nueva novela, 'Revolución', en la que profundiza, a través de la sublevación mexicana, en la lógica del amor o la violencia

El escritor Arturo Pérez-Reverte.

El escritor Arturo Pérez-Reverte. / Juan Carlos Hidalgo / Efe

Vuelve Arturo Pérez-Reverte, en su última novela, a un país por el que siente una predilección especial: México. Se trata de una cultura –lenguaje, ciudades, historia– que el escritor conoce bien, como ya descubrimos con La Reina del Sur. Pero si en aquella obra el tema se centraba en el narcotráfico, con Revolución nos trasladamos al México de principios del siglo XX, a esos años en los que se gestó uno de los grandes acontecimientos de nuestra historia reciente: las revueltas sociales contra el dictador Porfirio Díaz, las cuales fueron origen de la revolución mexicana. La primera revolución del siglo, tan contada desde entonces en la literatura o en el cine. Con implicados que forman parte, incluso, de una cultura popular, como Emiliano Zapata o Pancho Villa.

La revolución en México se desarrolló, señala el escritor, de manera "limpia" e "inocente", en comparación con otros sucesos históricos similares, como es el caso de la revolución en Rusia, la cual valora Pérez-Reverte como "mucho más oscura". En la presentación de la obra en Sevilla, el novelista también quiso matizar acerca del alcance histórico de sus novelas. Para Reverte, estas son "falsamente históricas", pues el enfoque que prevalece se orienta al retrato de "la condición humana". Digamos que el argumento sí se construye sobre el episodio histórico, pero los protagonistas de este argumento son personajes de ficción. Porque lo que nos interesa aquí es contar cómo se desenvuelve un hombre llamado Martín Garret Ortiz –el protagonista de Revolución– en aquel México revolucionario, pistolero, convulso. El escritor –al igual que en el resto de sus anteriores novelas– no se detiene en el detalle ideológico o en la crónica de unos sucesos, sino que trata de imaginar cómo fue la vida de aquellos nombres anónimos que participaron en un acontecimiento histórico. "A mí me interesaba cómo el ser humano se enfrenta a la violencia, a la venganza, a la lealtad, a la muerte…", manifestó el escritor.

“El habla del mexicano se parece mucho a la del andaluz, en su respuesta ingeniosa, su rapidez”

La historia de Martín Garret es la de un joven que "aprende" en un contexto de cambios, de agitación social –lo que supone cierta supresión de los límites del bien y del mal–. "Uno aprende más incluso de los malos que de los buenos, uno aprende más del adversario que del amigo", afirmó Pérez-Reverte, quien concluyó que él ha aprendido "más de los malvados que de los buenos".

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro. / D. S.

Revolución es definida como una novela "documentada", con "personajes inolvidables" y con un extraordinario "manejo del lenguaje". Es esta última característica otro aspecto relevante del texto: cómo el escritor consigue dominar las peculiaridades del habla mexicana; es decir, cómo el escritor logra que los diálogos de los personajes suenen a las calles del México de la pólvora y la revuelta social. "El otro día en la radio, Carles Francino, en La Ventana, puso a un mexicano a leer una conversación y sonaba a verdad, no sonaba a impostado", declaró Pérez-Reverte, a propósito de este minucioso trabajo en el cuidado de las expresiones que usan los personajes de la novela. Un trabajo con el que Reverte se siente "muy orgulloso". Y respecto del habla mexicana, el novelista apuntó que "el ingenio [en el lenguaje] del mexicano es como el del andaluz: se parecen mucho en esa rapidez en la respuesta ingeniosa, en esa brillantez, en esa recrear figuras retóricas maravillosas… es muy andaluz y muy mexicano".

El autor define como “falsamente históricas” sus obras. “Importa la condición humana”, dice

Arturo Pérez-Reverte, para documentarse en el idioma, ha acudido a las novelas de grandes maestros de la literatura mexicana, como Mariano Azuela, quien escribió el clásico Los de abajo –donde también se trata la Revolución mexicana, aunque desde otra óptica–. Por otra parte, las influencias literarias del autor –en esta nueva novela y en todas sus novelas– las encontramos en Conrad, en Dostoyevski, en Stevenson, en Dumas. "Todos ellos están soportando ese mundo narrativo, que es el mío", reflexionó el novelista.

La mirada en torno al concepto del héroe es un punto clave de Revolución. Porque esta historia, que es un relato histórico relevante, está hecha a base de personas que no tienen el menor interés por ser heroicas. A lo sumo, pretenden sobrevivir en un mundo difícil. Nada más. Estos personajes no se mueven por el ámbito de las grandes ideas, sino por otros intereses –personales–. Las grandes historias se construyen sobre la suma de historias pequeñas. De una intrahistoria, que es insignificante en su mayoría, llena de grises, en cierto modo anodina. Arturo Pérez-Reverte insiste en esos personajes que huyen de lo maniqueo, pues "el héroe, como nos lo presenta el cine, la literatura o los monumentos de las plazas, es mentira", aclaró el escritor. "Esa visión del héroe humano, real, no una visión mitificada, es la interesante", aseguró Arturo Pérez-Reverte, ya que, "el héroe rotundo no existe".

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