Poesía para un asunto millennial

Polvo y tierra | Crítica

El escritor y profesor Abraham Guerrero Tenorio regresa a la poesía con ‘Polvo y tierra’, libro que indaga, entre otros temas, en el desarraigo y desencanto de una generación

Arte incandescente

El poeta y novelista Abraham Guerrero Tenorio
El poeta y novelista Abraham Guerrero Tenorio / Josema Mateos

La ficha

Polvo y tierra. Abraham Guerrero Tenorio. Isla Elefante. Palma, 2024. 88 páginas. 13 euros

Premio Adonáis, Premio Ojo Crítico de Poesía, mejor debut en la narrativa española de 2023. Son muchos los reconocimientos que en los últimos cinco años ha recibido el escritor y poeta Abraham Guerrero Tenorio (Arcos de la Frontera, 1987). El autor gaditano no detiene esa constante producción, y regresa a la poesía con Polvo y tierra (editorial Isla Elefante), libro donde se plantea un viaje –se plantea la metáfora del viaje- a una generación en la que predomina el desarraigo y el desencanto. Guerrero Tenorio nos habla de vuelos, aeropuertos y destinos, pero no desde el amable relato del ocio y del descanso, sino desde la áspera realidad de un veinteañero cuyas oportunidades están lejos.

Los poemas de Polvo y tierra tienen algo de crónica aséptica y, a su vez, emotiva –una emoción dosificada, sin patinar en las pistas del sentimentalismo-. Ese equilibrio es un acierto en un tema generacional que se ubica entre la historia y, con el paso de los años, la literatura. Como en otros tantos asuntos que suponen trauma, acontecimiento, hito, memoria.

Abraham Guerrero pronto nos sitúa en esa tierra extraña –expresión que nos recuerda a Cernuda, claro- y reflexiona en torno a tarjetas de embarque y mapas. En uno de los poemas de esta tierra extraña, tierra del poeta y de todos, leemos: “Pon tu dedo aquí, mira el mapa y pon / tu dedo aquí, / en este lugar donde transitamos el tiempo, / la familia, las ganas. / No estés triste, / solamente es un juego / (…) / puede que vivir sea precisamente / esto: clavar la punta del dedo corazón / allí donde la vida se apalanca / y dibujar un círculo / para ahuyentar un poco la tristeza”.

Siguiendo el tour de este viaje nos señalan un poema monumental, Carretera GM-1, en el que la anécdota circunstancial nos revela una espléndida idea. Abraham Guerrero escribe: “Un coche se nos cruza, / y en ese breve instante / la mirada de un niño / pegada a la ventana del asiento de atrás. / ¿Qué podría pensar sobre nosotros / en la bajada mientras subimos en silencio / por ese precipicio donde todo / es bruma y es abismo? / (…) / ¿Dos adultos que escuchan música? / (…) / ¿O quizás dos adultos / que ocultan en el maletero / un cuerpo maniatado al que llaman deseo?”.

Igual de notable es el poema siguiente, Playa de Amadores, donde la luz de la costa se asemeja al “puntero láser de un francotirador”. Es decir: es la barbarie que toda belleza oculta, que toda belleza inevitablemente contiene. Es este un enfoque parecido –muy original- al que encontramos en el poema Placer, donde el turista ocioso se olvida de la historia del edificio o del paisaje –la historia del “dolor y la sangre”-, y atribuye a estos lugares una lectura ingenua y superficial, idealista y de objeto de consumo.

En Las llaves se repite esa inteligente apreciación de la barbarie en lo banal, en lo inofensivo o en lo encantador. El autor gaditano nos relata el desconocido origen –posible origen- de la letrilla popular dónde están las llaves, matarile, rile, rile. Una historia que dejamos que descubran los lectores.

Abraham Guerrero Tenorio, en Polvo y tierra, toma la poesía para reflexionar acerca de una historia generacional. En unos poemas que, en el desarraigo, nos arraigan

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