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Cultura

De su puño y letra

Hace tiempo que vengo anotando estas máximas sin pensar en su publicación. La insistencia de algunos amigos jerezanos me ha convencido para mostrar esta selección, en la que he querido conservar la numeración con que aparecen en mis cuadernos.

Las he llamado Aflorismos por lo que tienen de ocurrencia, que aflora a veces cuando menos se piensa, como un hallazgo inesperado de la mente del hombre en el propio transcurrir / discurrir de ella misma. El aflorismo no es una reflexionar; pero antes ha sido el resultado de elevar a categoría lo que de otra manera sería particularización. Un ejemplo: en el Quijote -un libro repleto de aflorismos-, en el capítulo XVIII de la segunda parte, don Quijote elogia la poesía de don Lorenzo, el hijo de don Diego de Miranda, el Caballero del Verde Gabán, el cual, más que su padre, es proclive a considerar loco a don Quijote. Pero esto no es obstáculo para que el elogio le agrede y esté dispuesto a considerarlo merecido. Entonces el narrador se pregunta "¿No es bueno que dicen que se holgó don Lorenzo de verse alabar de don Quijote, aunque le tenía por loco?" ; y de ahí deriva lo siguiente: "¡Oh fuerza de la adulación, a cuánto te extiendes, y cuán dilatados límites son los de tu jurisdicción agradable!". Este sería el mecanismo (mental) de aflorismo. Por lo menos lo es en mí y estoy por afirmar que lo es en muchos de quienes han escrito series de aforismos. El aflorismo, respecto del aforismo, declara siempre el carácter de conclusión lógica, de algo que se generaliza a partir de lo concreto, de lo individual. Es, en suma, la relación entre lo concreto y lo abstracto, entre lo particular y lo general. Porque un aflorismo que no fuera siempre verdadero sería falso, aunque en algún caso particular fuera verdad. Eso es lo que distinguiría el aflorismo -una ley, una norma, verdad para siempre la verdad meramente fáctica, circunstancial.

3 Competir es una forma (soterrada) de envidia: ser más que el otro.

7 ¿Saber leer?: Ante todo saber qué no leer.

8 Si quieres recordar siempre a aquel que ahora ves, mírale a los ojos mientras te habla.

10 No hay pecados. Si los hubiera, todos se resumirían en uno: la mentira. Adán mintió al desobedecer.

11 Si sabes cómo interesarte, lo pasas bien. El mundo es inacabable.

16 Vivimos de la imagen. Viviremos en la imagen que se tenga de nosotros. Cuando ni ésta exista, estaremos definitivamente muertos.

20 No te exhibas. Que los demás te descubran.

21 La decencia se practica, no se proclama. Que los demás la deduzcan.

29 El nivel de un diálogo lo decide el menos inteligente de los dos. El tonto no asciende nunca a inteligente; el inteligente (con frecuencia) desciende a tonto.

31 Los demás son parte de uno mismo. Nadie es sino por los demás.

33 Que lo versátil de uno no represente mentira. Con otras palabras: hay que ser distinto según con quien esté: pero con aquel con quien se esté hay que ser siempre veraz.

39 Ser más que otro, imposible. Nadie comenzó siendo igual al que anhela superar. O sea, lo de siempre: cada cual es el que es, y puede ser mejor o peor, eso sí, pero sólo respecto de sí mismo.

44 La intimidad existe para descansar de las otras formas de vida, la privada y la pública.

48 La alegría, como el ruido, no deja percibir matices.

52 Si hablas en alto te crees tu propia mentira. En silencio, "X me quiere mal" es para ti una hipótesis; si te lo dices en voz alta, "X me quiere mal" se te convierte en un hecho.

77 Tras la (tan aparentemente inofensiva) cursilería se esconde lo canalla. No exagero: el curso es un impostor. La calidad del mentiroso está en función del engaño que se propone, y el mayor, el de hacerse pasar por quien no es.

79 Si la vida al vivirla no te lleva a cambiar como debieras, puedes decir entonces; soy incurable.

89 ¿La utopía en el mundo real? No ¿Para qué existen las novelas sino para imaginarlas?

94 La vida no da tanto de sí como para acumular toda la experiencia que desearíamos. Para eso está la novela. La novela, ortopedia de la vida: mientras la leemos, sustituye a la vida que no deseamos vivir.

98 Terapia conductista del envidioso: hacer que admire al envidiado.

99 El odio, pasión autodestructiva. ¡Si se pudiera odiar y al mismo tiempo quedarse uno tranquilo como para poder hacer algo positivo...!

100 A quien está a gusto consigo mismo le pasa lo que al alto: alcanza lo que se propone.

101 Lo difícil, la claridad. No confundamos lo oscuro con lo profundo. Esos pensadores sobre los que hay discutir qué es lo que en verdad quisieron decir, como si les hubieran prohibido hablar claro ( juegan al enfingenismo), son el realidad incapaces, cuando no mentirosos.

103 Hay que vivir en un ámbito de confortabilidad estética, pero sin caer en el acostumbramiento: en este caso, lo bello deja de verse.

114 Lo importante: saber la legitimidad de la pregunta. Sólo lo que es la que tiene respuesta. Las preguntas sin respuestas posible no son preguntas, son ocurrencias. "¿Podrán las salamandras inventar el ciclotrón?" So alguien me lo pregunta (en serio), me levanto y me voy.

118 Contar lo que se piensa, transformar en habla lo pensado: obliga al orden, a la precisión, aunque se pierda lo indecible de la experiencia interior. En algún momento hay que optar o por la precisión o por la vivencia.

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