"En un reto como 'Shirley Valentine' tienes que ofrecer lo mejor de ti"

Ha cumplido el cuarto de siglo -se estrenó en 1986-, pero Shirley Valentine sigue siendo un personaje deseado por las actrices, un material que tiene la virtud de conectar con el público desde la emoción y la risa. La última en incorporarse a esta lista de intérpretes ha sido Verónica Forqué, que encarnará la semana próxima -del jueves 6 al sábado 8- en el Teatro Quintero a esta ama de casa que vislumbra, al filo de la cincuentena, que existe una vida más allá de su cocina. La madrileña, entusiasmada con el encargo de defender un texto, el del británico Willy Russell, que es "un clásico, una delicia", cuenta con otro elemento para ilusionarse: el montaje supone el debut como director teatral de su pareja, el cineasta Manuel Iborra.

Uno de los aspectos más estimulantes de esta comedia, para Forqué, es que su análisis de las injusticias de la pareja da mucho que hablar. "Trata de las cosas que pueden cambiar en el hogar, y cuando termina la obra provoca mucha conversación", admite, pero matiza que Shirley Valentine "es una propuesta muy valiente, pero también muy divertida, hago mucho hincapié en eso". La actriz ha comprobado, desde su estreno en Avilés en mayo, que los espectadores acogen con carcajadas las agridulces confesiones de su protagonista, pero revela que albergó cierta inseguridad en el proceso de preparación del personaje. "En los ensayos no se reía nadie, claro, y era como si los chistes cayeran en un pozo. Hasta que no tienes a alguien sentado frente a ti, el trabajo de un actor no tiene sentido", admite la protagonista de Bajarse al moro y ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?, que este verano regresó al cine con el rodaje de Alicia en el país de Ali, del sevillano Paco R. Baños.

Sobre el desafío de hallarse sola en el escenario, Forqué apunta que "te exige un esfuerzo de concentración más grande, no puedes perder el hilo y dejar que los espectadores se te vayan. Tienes que ofrecer lo mejor de ti, presentarte al público con ganas de contar cosas".

La actriz, que mantiene una sólida carrera gracias a un consejo que le dio su padre -"hay que saber decir que no, no se puede decir que sí a todo"- lleva a escena otra comedia de procedencia británica tras La abeja reina, una obra de Charlotte Jones que ella misma tradujo. "El teatro inglés está muy vivo, la gente va mucho y cada ciudad tiene su compañía. En Londres ves cómo pintan y repintan cualquier teatro, le cambian la moqueta... Pero España es un país en el que muchos teatros han tenido que cerrar. A los políticos, de un signo u otro, lo único que les importa es ganar, y el ciudadano y la cultura están cada vez más abandonados", lamenta.