ROSS. Axelrod | Crítica

Entre casticismo y drama humano

Difícil plantear un concierto con dos polos expresivos más extremos. Del neocasticismo inane de Samuel Zyman al dramatismo multidimensional de Leonard Bernstein potenciado por el texto angustioso y patético de Samuel Pisar. En ambos terrenos John Axelrod mostró mano firme, vigorosa, flexible y esclarecedora, tan capaz de manejar las grandes masas con prestancia y claridad asombrosas como de controlar las gradaciones dinámicas con elegante plasticidad o equilibrar pesos y volúmenes con un exquisito trabajo sobre las voces secundarias, siempre presentes, siempre enriqueciendo las texturas desde el detallismo y la calidad del sonido.

Porque Axelrod contó con una ROSS esplendorosa, empastada, brillante, precisa, dúctil. Extraordinario igualmente el Coro del Maestranza por conjunción y capacidad de matización expresiva y excelentes los niños de la Escolanía de Los Palacios en un empeño de notable exigencia.

El concierto para guitarra de Zyman es obra de trama neoclásica, apoyada en la melodía y el diatonismo, con explosiones de un casticismo casi españolista, referencias a elementos de la tradición sefardí y abundantes cadencias pensadas para el virtuosismo del solista, un Gallardo del Rey sobrado para su parte, pero amplificado más de la cuenta.

Frente a la bagatela un tanto simplista de Zyman, la obra de Bernstein resulta de una complejidad abrumadora, tanto a nivel musical como dramático. Judith y Leah Pisar leyeron con templanza admirable el conmovedor testimonio de su esposo y padre, superviviente de los campos de exterminio nazi, sobre su aterradora experiencia personal, y la soprano Kelley Nassief mostró una hermosa voz lírica, bien proyectada, manejada con facilidad en el agudo y de emotiva concentración expresiva. Kaddish ha significado uno de los momentos más impactantes de la reciente historia de la ROSS y un arranque de temporada inolvidable.

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