Memorias sonoras de la Catedral
TEMPERAMENTO | CRÍTICA
La ficha
****Programa: Obras de M. A. Charpentier, J. de Torres, P. Bouquet, A. Literes, P. Rabassa, J. F. Iribarren y A. Ripa. Soprano: Soraya Méncid. Intérpretes: Rafael Ruibérriz de Torres (flauta travesera y dirección musical), Alberto Trujillo (flauta travesera), Andrés Murillo (violín), Rafael Núñez, (violín), Javier López Escalona (violonchelo) y Alejandro Casal (órgano). Lugar: S. I. Catedral. Fecha: Lunes, 2 de junio. Aforo: Casi lleno.
La estancia de la Corte de Felipe V en Sevilla, en el denominado Lustro Real (1729-1733) no sólo supuso un efímero reverdecer de la memoria de la Sevilla capital del mundo del siglo XVI. Fue también un momento de entrada de aires nuevos en lo cultural y, concretamente, en lo musical merced al contacto de los músicos locales con los músicos de la corte, muchos de ellos italianos o, si no, empapados plenamente del estilo italianizante tan del gusto de la reina Isabel de Farnesio. Escuchando obras como las de Rabassa, maestro de capilla de la sede hispalense durante la estancia regia, se puede apreciar la asimilación del nuevo lenguaje, con sus recitativos y sus arias da capo y sus nuevas armonías tonales, escuchadas en las ceremonias litúrgicas de la corte y en las óperas del Alcázar.
Temperamento realizó un interesante y bien diseñado recorrido por esas músicas sevillanas del XVIII. Especial interés tuvo escuchar la música impresa en Sevilla en 1734 para dos flautas de Pierre Bucquet (oboista y flautista de la Guardia Real) en versiones de fraseo muy cuidado y con bellos trenzados entre Ruibérriz y Trujillo, ambos con un color homogéneo y plena sintonía en la acentuación. Méncid, que cada día canta mejor, fraseó con suma atención a los matices, con delicadeza, dulzura y pleno control técnico. Hubo reguladores de gran calidad, especialmente en los recitados y en las arias lentas, así como en Taedet animam meam de Ripa. Pero también hubo un amplio despliegue de coloraturas en la cantada de Torres y exactitud en la afinación, especialmente en Si quieres comer de Rabassa, de escritura rica en disonancias y modulaciones sorpresivas. Por último, fue conmovedor el patetismo de su expresión en Ay! dolor mío de Rabassa, una auténtica aria operística de la mejor ley.
El acompañamiento de los dos violines, las flautas y el continuo fue especialmente brillante. A destacar el virtuosismo del primer violín en la brillante segunda aria de Sosiega tu quebranto de José de Torres.
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