"Cuando toco Bach, me siento libre"

Ricardo Gallén. Guitarrista

Tras algunos años de inactividad discográfica, el músico linarense ha irrumpido en los dos últimos años con un par de discos esenciales dedicados a Bach y a Sor.

El guitarrista andaluz Ricardo Gallén (Linares, 1972).
El guitarrista andaluz Ricardo Gallén (Linares, 1972).
Pablo J. Vayón

19 de julio 2015 - 05:00

BACH: OBRA PARA LAÚD. Ricardo Gallén. 2 CD Sunnyside Records.

SOR: SONATAS. Ricardo Gallén. Eudora.

En 1999, el año en que se graduó en Múnich, donde estudió con el cubano Joaquín Clerch, el guitarrista Ricardo Gallén (Linares, 1972) ganó el prestigioso concurso Francisco Tárrega, cuyo premio incluía la grabación de un disco para el sello Naxos. "Era un recital vinculado al concurso, pero después el productor del sello me invitó a seguir grabando. Hice discos con música de Rodrigo, Giuliani y Regondi. Me apetecían, aunque tampoco era el repertorio donde mejor me encontraba yo".

-Hubo luego un largo paréntesis en su actividad discográfica, entre 2003 y 2010, cuando se decide a registrar música de Bach. ¿Por qué?

-Básicamente porque me dediqué a impartir clases, mientras maduraba la idea de grabar a Bach y a Sor. Dar clases me ayudó a profundizar mucho en esta música, ya que te obliga a mirarla desde otra perspectiva, tienes que analizarla más desde el punto de vista del oyente que desde el del intérprete. La idea de grabar todo el Bach laudístico lo tenía en mente desde hacía mucho. Llevaba gestándolo al menos desde 2004 y fue en 2010 cuando me sentí en la condición intelectual adecuada para grabarlo. El álbum doble se publicó en Nueva York en 2013.

-¿Qué significa Bach para usted?

-Todo. Puede que sea un tópico, pero para mí es el Padre de la música. Antes había mucha música muy buena, pero llegó Bach y trazó los caminos fundamentales que los grandes compositores seguirían en el futuro. Bach se salta las reglas constantemente. Las crea y se las salta. Yo lo comparo con el jazz, donde también hay muchas reglas, pero están para saltárselas. Así es como él consigue crear una música maravillosa, pero llena de frescura, que llega a la gente y la conmueve. Además, a pesar de sus convicciones religiosas y de su sentimiento personal, en Bach vivía el músico práctico, lo que lo llevaba a adaptarse constantemente a las necesidades. Por eso su música es tan abierta y da cabida a tantas interpretaciones. No hay dogmas. Cuando toco Bach, me siento libre. Tengo la sensación de estar dentro de esa música, una música que puede ser tan precisa pero a la vez es tan abstracta.

-¿Y por qué usó una guitarra romántica para su obra laudística?

-Aunque estudié música antigua, lo grabé con guitarra porque quería hacer una versión que saliera de lo guitarrístico, y escogí esta, que es una copia italiana de 1815, por cuestiones estéticas. Es un instrumento con un timbre de sonoridad muy francesa, casi laudística. Tanto la afinación como las cuerdas de carbono, cuyo sonido se aproxima al de la tripa, le daban además una profundidad muy especial, que encajaba muy bien con el estilo francés en que está escrita buena parte de esta música. De todos modos, en el futuro me gustaría hacerla con laúd.

-Hábleme de esos planes…

-En el fondo, lo que me gustaría sería hacerla con un Lautenclavier, porque la música para laúd de Bach está escrita en realidad para tecla, pero eso está fuera de mis posibilidades. En la época se usaba mucho la scordatura, pero muchos intérpretes de cuerda pulsada, no sé si por influencia de la guitarra, tienen perjuicios a la hora de cambiar las afinaciones; piensan que la afinación del laúd es sagrada. Amigos de Bach transcribieron sus obras para para laúd en re menor. Pero quién te dice que no podía tocarse en tonalidades distintas, en las tonalidades originales de la tecla. En principio esa es mi idea. No me conformo con las cuatro reglas guitarrísticas. Hace años me compré una tiorba, y unos amigos me decían que no podía hacer cosas de articulación que yo hacía. Para mí fue un desafío. Trato de hacer lo que dicen que no se puede. Si la guitarra ha evolucionado poco es porque hay cincuenta millones de guitarristas tocando las mismas obras y de forma muy parecida. Eso me parece aburrido y poco creativo. Yo trato de mostrar siempre caminos diferentes. Con el laúd será un reto, pero me lo planteo en este mismo sentido.

-Pasemos a su grabación de Sor, más reciente, ¿por qué las Sonatas y no las Variaciones y otras piezas más populares?

-Nadie se había centrado en abordar esas grandes obras. A Sor se lo considera músico fácil. Todo el que quiere tocar algo difícil se va a Aguado. Pero preparar este programa me ha hecho ver la dificultad de Sor, no sólo a nivel técnico. Es muy cristalino. Le pasa como a Mozart, que sus texturas son muy transparentes. No hay mucho margen para salirte del estilo, porque si lo haces, se convierte en una música muy amanerada que no termina de convencer ni a nivel armónico ni formal.

-¿Cómo ha enfocado estas obras, tan poco tocadas?

-Sor se formó en la Escolanía de Montserrat, en la música coral, modal, vocal, y en su trabajo se puede apreciar un contrapunto de voces bien conducidas. Pero las digitaciones de la guitarra provocan que esa conducción natural de las voces se corte. Mucha de su música que podría ser fácil se convierte en difícil por la digitación. He tratado de analizar estas obras desde un punto de vista más próximo a Mozart, Haydn, Beethoven, acercándome a ellas con digitaciones más modernas, no las utilizada por Sor, para tratar de que suenen lo más cercanas posible al estilo. La música de Sor se ha romantizado muchísimo. Muchas veces suena excesivamente empalagoso, pero falto de virtuosismo, y el virtuosismo puede entenderse en un doble sentido: tocar muy rápido, como Paganini, diez millones de notas por segundo, o hacer un adagio de Mozart, que puede ser dificilísimo en su transparencia. Considero que estas obras de Sor son grandes cuando se interpretan acordes a su estilo clásico.

-Ha demostrado también interés por la música contemporánea. ¿Cómo ve la composición actual para guitarra?

-Hay muchos que están usando la guitarra como instrumento de percusión, como reproductor de efectos, lo que no está mal, pero la guitarra tiene una capacidad armónica muy importante que no aprovechan. Entiendo que para el compositor no guitarrista sea difícil. Por el otro lado, los compositores guitarristas tratan de componer desde la perspectiva de la guitarra y no desde la perspectiva de la música. Y yo a un compositor le pido por favor que componga música y ya luego intentaré yo hacer lo que pide. Cuando se compone desde la guitarra el resultado suele ser pobre. Con la guitarra podemos hacer muchos colores, melodía, acompañamiento, un bajo... Veo el instrumento en general muy desaprovechado. En cambio, Leo Brouwer me parece un músico que siendo guitarrista entiende muy bien la guitarra. Lleva su mundo particular al instrumento y hace que funcione muy bien en todos los sentidos. Muchos compositores deberían estudiar su música para ver cómo funciona.

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