“Siempre hemos sido un proyecto en constante mutación, nos mueve el instinto”
ÁLEX FERNÁNDEZ Y ENRIQUE SUÁREZ | Integrantes del grupo Vera Fauna
Vera Fauna publica ‘Dime dónde estamos’, un disco en el que interpelan al oyente, en el que “las relaciones humanas emergen como refugio” y mantienen “un diálogo honesto” con el público
Más allá del tópico de cansados pero satisfechos

Dime dónde estamos. La pregunta que titula el nuevo disco de Vera Fauna es un eco abierto, un reflejo de la incertidumbre que habita en cada canción. La banda, siempre en tránsito, mantiene su esencia; el pulso libre y mestizo que suena a Andalucía sin necesidad de proclamarlo. En este tercer disco han dado un paso más; ya no buscan respuestas, sino refugios. No se aferran a géneros, sino a emociones. Se han dejado llevar por el instinto, con la certeza de que la única fidelidad posible es la que tienen con su propia verdad. El álbum será presentado en Sevilla el día 25 con un concierto en la sala Custom, y también hay citas en Barcelona y Madrid, ciudad en la que han agotado las entradas para su visita a las Noches del Botánico. La formación actual, tras la de quinteto con la que grabaron el disco, mantiene a Juan Luis Romero a la batería, Jaime de Sobrino al bajo y la segunda voz, Álex Fernández a los teclados y sintetizadores y Enrique Suárez a la guitarra y voz solista. Hablamos con los dos últimos sobre este viaje, sus referentes, el peso de la tradición y el vértigo de la música como vida y oficio.
Pregunta.-El título del nuevo disco, Dime dónde estamos, sugiere tanto una reflexión como una búsqueda. ¿Qué significado real tiene y cómo se refleja en las canciones?
Respuesta.-(Suárez) El título del disco tiene una intención algo ambigua, pero no es casual. Venimos de dos trabajos anteriores que marcaron un camino: Dudas y flores, donde explorábamos esa angustia sin nombre, esa inquietud que no encontraba explicación ni lugar en la vida a mediados de los veinte. Era un disco sobre las complicaciones de existir, sobre preguntas sin respuestas. Luego llegó Los años mejores, que dio un paso más allá; hablaba del contexto sociopolítico que nos rodea, de cómo nos golpea y nos moldea emocionalmente. Ahora, con este nuevo disco, la búsqueda es distinta. Se trata de identificar aquello con lo que sobrevivimos, de reconocer qué nos sostiene cuando los problemas de antes, los de Los años mejores, siguen ahí, sin resolverse, sin cambiar. Este disco es, en ese sentido, más propositivo, habla de las relaciones humanas como refugio, como el espacio que nos mantiene a flote. Por eso el título plantea una pregunta abierta; queremos que el disco sea personal, incluso interpersonal, que cada quien lo haga suyo. Tenemos una tradición de diálogo con nuestro público, y nos gusta pensar que es una relación honesta. Así que esta vez, en lugar de dar respuestas, les dejamos la pregunta. Porque nos parece que vale la pena hacérsela.
P.-¿Cómo es el proceso de trabajo interno en Vera Fauna? ¿Quién trae las ideas, cómo se desarrollan? ¿Tienen alguna rutina o dinámica que no perdonan nunca?
R.-(Fernández) Creo que en este disco hay un cambio significativo en nuestra forma de componer. Tradicionalmente, Vera Fauna ha funcionado como un proyecto colectivo. Las canciones nacían en el local de ensayo, fruto de la improvisación y el trabajo en equipo, y luego Kike -Suárez-, nuestra voz narrativa, desarrollaba las letras y melodías vocales a partir de esas ideas musicales. Era un proceso orgánico, de construcción horizontal. Pero en este disco el proceso ha evolucionado. Si bien mantenemos esa base colaborativa, ahora hay más canciones que parten de ideas preconcebidas que Kike trae consigo: versos, estructuras o conceptos que ya venían gestándose fuera del local. No se trata de un cambio radical, sino de un matiz en nuestro método; hemos pasado de construir todo juntos desde cero, a trabajar también sobre propuestas más definidas que luego el conjunto desarrolla y enriquece.
Las estructuras siguen siendo pop, pero aquí experimentamos. Este disco es puro desahogo creativo”
P.-Este sonido se mueve con libertad entre el pop psicodélico, el flamenco, el funk, la electrónica o incluso el R&B. ¿Buscan ustedes de forma consciente ese eclecticismo o simplemente se dejan llevar por lo que les apetece en cada momento?
R.-(Suárez) Hacemos lo que nos apetece, sin más. Creo que nuestra mayor ventaja como grupo, y quizá el secreto para permanecer unidos tanto tiempo, ha sido precisamente esa libertad creativa absoluta. Vera Fauna siempre ha sido un proyecto en constante mutación, que se mueve por puro instinto. Este disco es la máxima expresión de ese espíritu, lo hemos hecho completamente a capricho. ¿Nos apetecía una rumba? Pues hicimos una rumba. ¿Surge la necesidad de rapear? Hay dos temas de rap clarísimos en el disco. Cada día era un hoy toca esto y punto. No hay reglas.
R.-(Fernández) Es cierto que el panorama musical actual es complicado y publicar canciones hoy es una auténtica odisea, pero también tiene algo hermoso; nunca había sido tan natural saltar entre géneros y experimentar con producciones. Sí, al final nuestras estructuras siguen siendo pop, pero nos sentimos completamente libres. No hay pretensiones de sonar a nada concreto, solo soltar lo que llevamos dentro. Este disco es exactamente eso, puro desahogo creativo.
P.-La prensa musical habla de una evolución en su sonido; hablan de influencias que van desde The Roots hasta Pata Negra. ¿Están de acuerdo en que esas son nuevas direcciones sonoras exploradas en este disco?
R.-(Suárez) Las referencias son clarísimas para mí. En Sale el sol, después de componerla, me di cuenta de que en mi subconsciente musical resonaba The Seed (2.0) de The Roots con Cody Chesnutt, de uno de mis discos favoritos suyos. Y luego está ese verso... Me dice que no hay manera de hacerse a ese frío. Esa línea es mi respuesta a Rafael Amador, a quien considero un hermano mayor en esto de hacer canciones. O más bien, es un diálogo con el legado de Pata Negra, con las letras crudas de Carlos Lencero que Rafaelillo convertía en gritos del alma. Es mi manera de decir: Vente para acá y déjate de fríos. No quería caer en un giro melancólico. La situación ya era lo suficientemente dolorosa como para pedirle a alguien que regrese. Preferí asumirlo con deportividad; echar de menos duele, pero es parte de la vida. Aun así, necesitaba un guiño, un beso al aire, para Pata Negra y todos esos padres musicales que nos enseñaron a gritar las verdades.
P.-¿Cómo sienten que ha evolucionado esa identidad sonora de Vera Fauna? ¿Hay algo que les defina hoy que antes no estaba tan claro?
R.-(Fernández) Mi perspectiva es quizás más objetiva, al no haber estado desde los inicios. Esto me permite apreciar la trayectoria con cierta distancia. Siempre les digo lo mismo: los dos discos anteriores fueron perfectos en su momento y contexto; obras redondas que cumplieron su propósito. Pero ahora percibo algo distinto; por primera vez la identidad de Vera Fauna brilla con absoluta claridad. Y esa identidad, curiosamente, no reside en un género concreto. La esencia de la banda nunca estará atada a un sonido específico, sino a la manera de contar las historias. Hoy entendemos que el núcleo de Vera Fauna es, retomando lo que mencionaba antes, la voz narrativa de Kike y sus melodías características, todo gira en torno a eso. Por eso el género musical se vuelve secundario. Cuando escuchas cualquier canción de este disco, reconoces inmediatamente ese sello inconfundible que mencionaba, la forma particular de transmitir. Incluso en lo conceptual hay un avance significativo; es el primer trabajo donde Vera Fauna se dirige directamente al oyente. Casi todas las canciones están en segunda persona, incluso el título interpela a quien lo escucha. Hay una intencionalidad más frontal, menos perdida en ensoñaciones psicodélicas, aunque esa faceta sigue presente y la valoro profundamente. Es un paso hacia lo directo, lo inmediato.

P.-Aunque se les meta en una especie de trío dorado de bandas de sonido andaluz con Motoreta’s y Califato. ¿Cómo definen su propuesta musical en relación con la tradición andaluza y qué historia quieren contar con su música?
R.-(Suárez) ¿Nuestra relación con la tradición andaluza? La justa; somos andaluces y ya está. Pero que nadie se atreva a decir que Vera Fauna no suena a Andalucía, eso sería de catetos. Si para ser andaluz hay que reducirse a escalas moriscas, hablar de pucheros y ojo patios, entonces estamos ante una caricatura grotesca de lo que realmente es esta tierra. En nuestras letras late el pulso de Andalucía, pero desde una mirada cotidiana, alejada de épicas falsas. Que alguien tenga los huevos de decirme que no soy andaluz... ¡si hasta la médula lo soy! Tan andaluces como Califato o Derby, aunque hayamos tomado un camino distinto; el nuestro propio. Hemos sido egoístas creativamente, siguiendo solo lo que nos apetece en cada momento. Por eso no hay dos canciones con una ornamentación igual. Tenemos tan clara nuestra película que no necesitamos anclarnos a un género, y que a la gente les cueste entenderlo nos encanta, porque así ocupamos un espacio único. Eso sí: reconozco que Califato y Derby han sido fundamentales para poner a Sevilla en el mapa estos años. Les debemos mucho. Cuando la gente buscaba qué más había aquí, nos encontró a nosotros. Pero ojo, lo más bonito es que los tres proyectos son radicalmente distintos. No tenemos nada que ver musicalmente, y eso es riqueza pura. Lo mismo ocurre con Pony Bravo, que hace otra película completamente diferente. Al final, el sevillano, sea capillita o alternativo, es friki de solemnidad. Aquí cada uno lleva su obsesión al extremo, y eso es lo que hace mágica la escena, una diversidad inabarcable donde caben todas las Andalucías posibles.
P.-Más allá de la tradición musical eminentemente andaluza, ¿qué influencias consideran fundamentales en su propuesta artística?
R.-(Fernández) Este disco tiene dos corrientes principales que lo han moldeado, más allá de la base característica de Vera Fauna que todos conocemos. Por un lado, está el regreso de Kike a sus raíces en el hip hop, algo que me pareció fascinante desde el principio, aunque de entrada no me lo creía. Cuando me dijo: vamos a hacer un disco de rap, le contesté: Kike, no me cuentes historias. Pero al final, sí que hemos creado un trabajo impregnado de hip hop, rap y múltiples influencias de la música urbana, con toda esa esencia que él traía consigo. Por otro lado, está esa vertiente más soul, R&B e incluso disco que mencionaba usted, un terreno donde quizá yo me muevo más y que se ha fusionado con lo anterior. Todo ello, claro, sin perder las bases de Vera Fauna, que siguen ahí, intactas, como el hilo conductor de todo.
P.-¿Cómo surgieron las colaboraciones con Noni Meyers y Ángeles Toledano y qué han aportado al fundamento del disco?
R.-(Suárez) Hay que analizarlos por separado; cada uno ha aportado algo único al proyecto. Ángeles trae consigo una sabiduría ancestral, la capacidad de mover las canciones con un gesto muscular que solo se consigue acumulando conocimiento generacional, pero con la particularidad de saber aplicarlo al pop y la música moderna.
R. -(Fernández) No es simplemente una cantaora tradicional, su comprensión de la música contemporánea es profunda y relevante.
R.-(Suárez) Noni, por su parte, es un maestro indiscutible del estribillo. Pocas bandas del indie pop pueden igualar su habilidad para crear ganchos memorables. Pero su aportación va más allá, sembrando ideas filosóficas que marcarán nuestra evolución futura.
R.-(Fernández) Ha sido como un hermano mayor para nosotros. De hecho, es curioso que inicialmente quería interpretar Tu Voz, nuestro primer single, pero al final terminó brillando en la rumba, descubriendo además una nueva faceta vocal más cercana a su forma natural de hablar. Lo más hermoso es que ambos han sido cómplices del proceso creativo, no simples colaboradores.
R.-(Suárez) En el caso de Ángeles igual. Recuerdo especialmente cuando le pusimos el disco completo en el estudio de La Mina; estábamos viviendo esas emociones juntos, como amigos.
R.-(Fernández) Inicialmente incluso habíamos decidido que no habría colaboraciones externas, pero con ellos fue algo orgánico. No eran artistas invitados, sino compañeros de viaje que ya formaban parte de esta historia.
Con este disco aspiramos a crecer, pero sin perder de vista la cruda realidad, que vivir de la música en España es prácticamente una utopía"
P.-¿Aprenden ustedes más de las colaboraciones con músicos de la nueva generación, como puede ser Ángeles, o con los de la vieja guardia, como pueden ser Noni o, todavía más, Kiko Veneno, con quien también han colaborado?
R.-(Suárez) Cada colaboración enseña algo distinto. Mire, si tomo como ejemplo el disco anterior, un territorio más neutral, trabajando con Carmen Xía descubrí mucho sobre quién soy y quién quiero ser a corto plazo. En cambio, con Kiko Veneno aprendí precisamente lo contrario, a no obsesionarme con esa búsqueda identitaria. Esta dualidad se repite ahora con Ángeles y Noni, aunque con matices distintos. Con Ángeles comparto una ansiedad generacional; tenemos la misma edad y enfrentamos las mismas preguntas desde el mismo lugar. Hay una complicidad natural en esa búsqueda constante. Con Noni aparece otra energía, un encogerse de hombros lleno de confianza que aún no hemos alcanzado, pero que intuimos como camino.
R.-(Fernández) Lo fascinante es que él, con toda su experiencia, ya que Lori Meyers empezaron muy jóvenes, sigue acercándose a bandas como la nuestra para nutrirse también. A veces incluso muestra más ilusión e inocencia que nosotros, algo que me impacta y de lo que aprendo constantemente. Y aquí está la paradoja hermosa; Kiko Veneno, con sus 30 años más que Noni, termina enseñándome lecciones similares desde otro extremo vital. Al final, es un recordatorio de que el crecimiento artístico no tiene edad ni dirección única.
P.-Como banda son ya uno de los mayores referentes de la música local, andaluza y casi se puede decir que nacional. Ya cuentan con hitos bien asentados en su carrera, tanto a nivel discográfico como de conciertos. ¿Qué momentos clave han sido puntos de inflexión en esta carrera?
R.-(Suárez) Si tuviera que señalar un punto de inflexión clave, fue un momento de fracaso rotundo que experimentamos en 2024. Parece que fue ayer, aunque no pueda entrar en detalles concretos. Fue una sacudida brutal, pero reveladora. La forma en que reaccionamos como banda, cómo cada uno asumió su parte y cómo nos unimos para levantarnos, demostró algo esencial, el amor profundo que todos le tenemos a este proyecto. Recuerdo el derroche de energía, el trabajo incansable que pusimos para reconstruir lo que se había venido abajo. Había perdido algo fundamental que estaba fuera de nuestro control, un pilar en el que nos apoyábamos, y de pronto nos vimos desprovistos de recursos, de estructura... de casi todo. Pero ahí, en esa vulnerabilidad absoluta, descubrimos nuestra verdadera fuerza. No fue solo por necesidad material, sino porque el proyecto es mucho más que música para nosotros; es parte vital de nuestras vidas. Y aunque este golpe llegó hace menos de un año, ya siento que nos transformó para siempre. Fue nuestro crisol.
P.-¿Ganan ya dinero con la música? ¿Cómo ha sido el camino hacia la profesionalización en la industria musical?
R.-(Fernández) Sí y no. En Vera Fauna tomamos hace tiempo la decisión de profesionalizar la banda porque creemos firmemente en nuestras canciones. Precisamente ese punto de inflexión del que hablaba antes Kike nos dio la clave; cuando todo se viene abajo, tienes dos opciones: o te das un abrazo y lo dejas correr, o pisas el acelerador. Nosotros elegimos lo segundo. Llevamos años en esto, queremos vivir de la música, y creemos de verdad que este proyecto puede llevarnos ahí. Ahora mismo, la banda está en un buen momento. Con este disco aspiramos a crecer, pero sin perder de vista la cruda realidad, que vivir de la música en España es prácticamente una utopía. Personalmente, yo puedo decir que hoy me gano la vida con la música, pero para eso tengo que estar en mil proyectos a la vez. Es agotador. Mis compañeros, por su parte, tienen que compaginarlo con otros trabajos igual o más exigentes. No nos quejamos, las cosas nos van bien dentro de lo que cabe, pero somos conscientes de la precariedad absoluta que atraviesa todo el sector musical en España. Incluso los que más ganan demuestran que el sistema está roto.
R.-(Suárez) Al final, es lo que hay, la música aquí es un camino de obstáculos; pero como dice el refrán, sarna con gusto no pica. Seguimos porque nos apasiona, a pesar de todo.
P.-¿Cómo buscan captar y mantener la atención del público en un mundo saturado de información?
R.-(Suárez) El día que nos aburramos, el público lo notará. Porque Vera Fauna es pura espontaneidad. No somos Alex, Jaime, Juanlu o yo; somos una subjetividad ficticia que narra lo que nos va pasando en la vida. Cuando perdamos las ganas de contar nuestras historias, la gente lo sentirá. Pero ahora mismo nos jugamos la piel en esto. Este disco lo hicimos en seis meses, un récord; seis meses de noches en vela escribiendo entre trabajo y trabajo, dejándonos la sangre en cada nota. Y si la gente conecta, es precisamente por eso; cuando lo das todo, las probabilidades de conectar se multiplican. No digo que funcione siempre, no puedes gustarle a todo el mundo, pero tenemos la suerte de que está resonando. Aunque en el fondo, no nos queda otra, nuestro pop melódico y psicodélico es solo la superficie; debajo hay callejones sin salida vitales, experiencias crudas que nos desnudan. Hay canciones que me cuesta cantar en directo porque son pasajes de mi vida que me avergüenzan, pero precisamente por eso las convertí en música. Es el precio a pagar, y hay que aprender a gestionarlo. Lo hermoso es que hemos creado un lenguaje propio que la gente entiende.
R.-(Fernández) Al final, es esa espontaneidad visceral lo que define a Vera Fauna. Si hubiéramos tenido que fingir algo en este disco, con lo difícil que ya es hacer música hoy, no habríamos aguantado. No hay atajos ni lugares comunes en lo que hacemos; todo brota natural de nuestras vivencias. Y creo que eso es justo lo que enamora a nuestra gente, esos procesos mentales imprevisibles que convierten el caos personal en canciones. Mientras sigamos teniendo historias reales que contar, y el coraje de compartirlas, Vera Fauna seguirá viva.

P.-¿Cómo van a ser los conciertos de la gira de presentación del disco?
R.-(Suárez) La idea es simple, hacer lo que siempre hemos querido. Crear un directo meticulosamente planificado pero que fluya con naturalidad, bien dirigido pero lleno de vida. Un viaje donde cada canción sea una parada significativa en el camino. Siempre hemos tenido un reto doble; por un lado, esa intención poética brutal que nos define; por otro, la energía cruda que exige el público en vivo. Dos lenguajes aparentemente opuestos. Pero ahora, por fin, hemos encontrado el equilibrio. Hemos creado un espectáculo donde lo lírico y lo visceral conviven, donde las historias se cuentan tanto con palabras como con el cuerpo.
R.-(Fernández) Este tercer disco marca un salto importante. No solo por las canciones, sino por la inversión en recursos y habilidades que hemos hecho para llevarlo al directo. Queremos esa conexión física con el público, que se note el ritmo en las venas, los silencios que cortan la respiración. Como dice Kike, todo está más estudiado, pero precisamente para poder fluir con más libertad. No será una simple lista de canciones, será algo que ocurre, una experiencia que se despliega. Este último año nos ha transformado como músicos. Hemos crecido técnicamente, pero sobre todo en la comprensión de lo que significa un verdadero espectáculo en vivo. Y esto es solo el principio; tenemos muchas ganas de seguir explorando.
P.-¿Vamos a encontrar algo especial en el concierto de esa gira en Sevilla?
R.-(Suárez) Lo que van a encontrar es, por fin, el equilibrio perfecto entre emoción y baile.
R.-(Fernández) Eso sí, baile a nuestra manera; no esperen que de pronto nos convirtamos en algo que no somos.
R.-(Suárez) No nos vamos a vestir ahora de drum & bass. Al fin y al cabo, somos un proyecto con una poética muy definida, aunque como personas seamos igual de intensos y golfos que cualquier músico del mundo. Al final, esto no deja de ser nuestro hobby friki. Hay gente que hace maquetas de trenes o juega al Wargame; nosotros hemos desarrollado un universo poético propio. La diferencia es que ahora hemos aprendido a editarnos. Antes nos costaba simplificar, añadíamos capas por miedo a que no se entendiera. Pero con el tiempo hemos descubierto que la pureza del mensaje está en la síntesis; el público quiere historias bien contadas, no sobrecargadas. El nuevo directo refleja esta evolución; es más completo precisamente por ser más minimalista. Hemos encontrado ese punto donde cada elemento tiene su razón de ser, donde lo emocional y lo físico convergen sin esfuerzo. Es más directo, más potente, y sobre todo, tiene un sentido claro. Al fin y al cabo, hasta los frikis más entregados necesitamos un cierre satisfactorio.
P.-Y en esa evolución y convergencia, ¿cómo van a encajar las canciones de los discos antiguos?
R.-(Suárez) Todo encaja ahora con más sentido que nunca. Nuestra poética sigue una espiral, volvemos a los mismos lugares, pero cada vez con una capa distinta, con un giro más amplio. La música, en cambio, es un animal más visceral; depende del momento vital, de las ganas de cachondeo o de profundidad que tengamos ese día. Pero al final, todo converge. Las personas, y Vera Fauna, damos para lo que damos, y por suerte, aún tenemos mucho por explorar. Lo curioso es cómo las canciones antiguas han encontrado su lugar natural en este nuevo viaje.
R.-(Fernández) No hubo que forzar nada, la selección surgió orgánicamente. Además, en esos temas ya se intuían semillas de lo que ahora florece plenamente. Tomemos Los Naranjos como ejemplo; aquel embrión soul en la base, aquella estructura que parecía querer ir más allá, hoy encuentra su madurez en este disco. Verla encajar perfectamente en el nuevo directo es mágico; ese diálogo entre épocas es de lo más bonito del proceso.
P.-No hemos hablado mucho de las canciones de Dime donde estamos…
R.-(Fernández) Hay una tranquilidad extraña al hablar de estas canciones, como si ya hubiéramos dicho todo lo que teníamos que decir. Al final, la última palabra la tendrá el público, pero nosotros hemos completado nuestra película, tanto personal como musicalmente. Y esto ha sido un proceso heavy en el mejor sentido. Lo más bonito es cómo este disco ha sellado el vínculo entre Kike y yo. Ya éramos amigos, pero ahora es como un matrimonio musical. Suena a tópico, pero este trabajo nos ha cambiado la vida; no por éxitos externos, sino por cómo nos ha transformado por dentro.
R.(Suárez) Recuerdo esos días previos a grabar en La Mina, en Granada, cuando llegábamos al local con las canciones a medias. Tu voz era nuestra única brújula. Hay una noche que nunca olvidaré; terminamos a las 5 de la mañana, con una botella de Red Label entre los dos, él medio dormido al teclado y yo manipulando efectos... De ahí salió el arreglo vocal final que terminó en el disco. Grabado en estado de ebriedad creativa pura.
R.(Fernández) Luego, en La Mina, ocurrió la magia. Estábamos solamente Raúl -Pérez, coproductor del disco-, Kike y yo, y de repente lo vimos claro, el disco había empezado a hablarnos. Esas canciones incompletas nos mostraron la película que ni siquiera nosotros entendíamos hasta entonces. Fue como si el proyecto tomara vida propia y nos guiara.
'Dime dónde estamos' es, en el fondo, un manual de resistencia para tiempos rotos"
P.-¿Tenían claro que eran estas diez canciones? ¿O se han quedado otras fuera?
R.(Suárez) Se han quedado atrás intenciones, pero no canciones. El disco es temático hasta la médula, aunque no sé cuántos lo captarán. Habla de la falta, esa carencia que define nuestra era: Trump en el poder, diálogos que se rompen al primer desacuerdo, relaciones humanas convertidas en campos de batalla. Dime dónde estamos es, en el fondo, un manual de resistencia para tiempos rotos. Lo paradójico es que siendo nuestro trabajo más político, es el primero donde no hay referencias políticas explícitas. Pero están ahí, camufladas: en Los grillos, nuestra canción del fin del mundo, cuando preguntamos ¿por qué cantan los grillos en abril?, hablando del cambio climático; hay versos de El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte de Carlos Marx, que se cuela como un fantasma; de Rosa Luxemburgo en Un atraco, donde la vivienda se convierte en territorio ocupado. Hemos pasado noches en vilo tejiendo este discurso.
R.(Fernández) Sabemos que no todo el mundo lo leerá igual, algunos vibrarán con las melodías, otros con las letras, unos pocos captarán el mensaje oculto y habrá quien simplemente no conecte. Pero eso es exactamente lo que debe ser la música popular, un espejo con múltiples reflejos. No somos ingenuos; podríamos haber hecho canciones de 15 minutos recitando manifiestos, pero ese no es nuestro lenguaje.
R.(Suárez) El arte está en encontrar el punto exacto donde lo profundo se vuelve accesible, donde la denuncia se convierte en canción que todos pueden tararear. Al final, lo único real en este mundo de bitcoins y luchas internas es eso, la humanidad compartida que aún podemos rescatar cuando nos miramos a los ojos.
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