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Vida privada | Crítica

Jodie Foster en una imagen del filme.

La ficha

*** 'Vida privada'. Thriller, Francia, 2025, 103 min. Dirección: Rebecca Zlotowski. Guion: Anne Berest, Gaëlle Macé, Rebecca Zlotowski. Fotografía: Georges Lechaptois. Música: Rob. Intérpretes: Jodie Foster, Daniel Auteuil, Matthieu Amalric, Virginie Efira, Vincent Lacoste, Luana Bajrami.

En su sexto largometraje, Rebecca Zlotowski (Belle épine, Grand Central, Una chica fácil, Los hijos de otros) da un paso más hacia la élite de la industria francesa apuntando incluso más arriba con la inclusión de Jodie Foster como protagonista. La veterana estrella hollywoodiense interpreta aquí a una psicoanalista judía franco-norteamericana en plena crisis personal y profesional decidida a construirse su propia aventura de misterio e investigación detectivesca después de que una de sus pacientes se haya suicidado sin que ella hubiera advertido riesgos previos.

El psicoanálisis, la culpa y la terapia se instalan así como motores y asuntos centrales de una entretenida trama con visos de thriller, a mitad de camino entre Hitchcock y Polanski, en la que, como no puede ser de otra manera, espejean los propios traumas y el inconsciente de nuestra protagonista, relacionados con su hijo y su nieto recién nacido, pero también con un ex-marido (Daniel Auteuil) que se acabará convirtiendo en inesperado compañero de pesquisas, peligros y viejos afectos recobrados.

Siempre ligeramente distanciada de su historia como para no tomársela plenamente en serio, introduciendo la hipnosis y el sueño como senderos para horadar y bifurcar el relato hacia la especulación y la regresión fantástica (a los tiempos del colaboracionismo nazi, nada menos), Vida privada se abre paso ante el espectador de la mano de una Jodie Foster en un registro bastante insólito donde las lágrimas sintomáticas darán paso a la valentía, incluso a la confrontación directa con los propios fantasmas personales y culturales que asoman siempre en forma de amenaza externa.

Zlotowski consigue atar bien todos sus cabos y anudar con ellos un suspense juguetón, astutamente ambiguo y levemente artificioso que hace siempre explícita su condición y sus distintas capas discursivas como la mejor manera de disfrutarlo.

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