Las circunstancias sobrevenidas por el aún no bien explicado cierre sine die del Teatro Lope de Vega han propiciado que, por primera vez, se pudiese comprobar fehacientemente el poder de convocatoria de la zarzuela en Sevilla, porque en el Cartuja Center pudieron entrar todos los seguidores de esta impresionante iniciativa que es la Compañía Sevillana de Zarzuela. Mil doscientas cincuenta personas disfrutando y aplaudiendo con entusiasmo. Que tome nota quien corresponda.

Con la solvencia y la brillantez que la caracteriza, la CSZ llevó a escena unos de los títulos más populares del género. Con la vistosa escenografía de Carvalho restaurada y una acertada dirección de escena de Marta García-Morales, con sus momentos cómicos y los espectaculares gigantes y cabezudos, la famosa jota supuso el momento más brillante gracias a la bella coreografía y los estupendos bailarines. Elena Martínez dirigió con su habitual claridad y su equilibrio para con las voces, entre las que sobresalió la bien timbrada y con brillo de Soraya Mencid, algo apurada en la zona grave (inicio de "Si las mujeres mandasen" sobre todo), pero con un fraseo muy cuidado, especialmente sentido en la romanza de la carta y en la Salve. Marta García-Morales hizo una Antonia de rompe y rasga, tan buena actriz como siempre fiable cantante, mientras que Julio Nomdedeu, con su voz contundente y bien redondeada le dio perfecta replica como alguacil y atribulado marido. Buenas voces las de los demás personajes. Esenciales para completar el éxito de la noche fueron los excelentes actores cómicos Rafael Casette, Carlos Ortega y Amando Martín, junto al resto de las vendedoras. Espléndidos coros, como siempre, pero especialmente hay que felicitar al coro femenino por su empaste, su precisión y su brillo. Los chicos tuvieron su momento de lucimiento en el pasodoble de los soldados repatriados de la Guerra de Cuba.