Eduardo Florido

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Apasionante derbi... a ver quiénes arbitran

El vibrante pulso entre el Sevilla y el Betis frente al inquietante rigorismo de los árbitros

Aun con el cortafuegos de la Europa League el jueves, se presenta el derbi más apasionante que se recuerda por el hecho inédito de que Sevilla y Betis lleguen a la vigésima sexta jornada como segundo y tercero. El receso europeo no debe sino acrecentar el interés, pues ambos dieron el primer gran paso para que sus bolitas estén en el bombo del sorteo de octavos el viernes. Más madera.

Se miden en la tercera entrega del derbi sevillano de esta histórica temporada dos formas de entender el fútbol. Se trata de un pulso entre la solidez competitiva del Sevilla de Lopetegui y la alegría ofensiva del Betis de Pellegrini. Y la jornada liguera anterior deja sensaciones contrapuestas. En el lado sevillista, no amaina el debate sobre el juego; en el lado bético la racha triunfal dio otro motivo de euforia. Y en ambos lados se tientan la ropa por un factor externo e inquietante: el neoarbitraje.

En un deporte en el que el movimiento y el contacto son inherentes al juego, falta criterio natural a la hora de arbitrar. Las tecnologías y las reglas están produciendo un contraste entre la visión del fútbol de toda la vida y el fútbol de hoy en el que el exceso de reglamentación produce frustraciones frecuentes, que no corrigen ni el VAR ni el cambio en el Comité Técnico de Árbitros. Que si en el Sevilla se quejan del rigorismo extremo de González Fuertes en el Betis aún se irritan con el de Muñiz Ruiz en Vallecas. Es la hiriente paradoja del VAR, su falsa seguridad jurídica.

Parece que el rigorismo protege más al árbitro que al fútbol y falta adaptabilidad a su esencia en ese regalo a veces envenenado del VAR. Thornton Wilder puso en la pluma de Cicerón una frase que rechazaba las caras joyas que Cleopatra llevó a Roma para agasajar a la nobleza. "Soy un hombre que tiene en más un obsequio por su adaptabilidad que por su coste". Adapten la regla al fútbol, no al revés. Menos penas máximas y más libres indirectos en el área; menos expulsiones y más naturalidad.

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