Tengo la impresión de que Yo soy Erasmus es el programa menos publicitado de los últimos años. Asistí a su primera entrega en la matinal del domingo con esa sensación de clandestinidad que otorga sospechar que eres el único que se ha enterado del estreno. Se trata, como su título indica, de una serie de 10 documentales dirigidos y presentados por Alicia Gómez en el que se sigue a algunos de los estudiantes que se acogieron a ese tipo de becas de intercambio que ahora cumplen 30 años de vida.

Pero hay truco. Navegando en la web descubro que el programa fue emitido en su versión catalana, los miércoles por la tarde, durante el otoño de 2018, en las desconexiones que La 2 realiza en el territorio catalán. Los capítulos que ahora vemos no son nuevos. Son los mismos que se emitieron entonces bajo el paraguas Jo soc Erasmus, convenientemente traducidos al castellano.

Esta situación me lleva a acordarme una vez más de mi compañero y sin embargo amigo Francisco Andrés Gallardo, que suele reflexionar en estas páginas las televisiones autonómicas (comenzando por la que lleva clavada en el corazón, Canal Sur) y sobre la televisión pública y la discriminación positiva de que ésta goza (siendo de todos) en el territorio catalán.

Mientras en los atardeceres de otoño La 2 ofrecía en toda España redifusiones de documentales sin fuste, en las cuatro provincias catalanas se estrenan programas de producción propia que, salvo excepciones como la de este Jo soc Erasmus que ahora nos llega doblado, sólo van a disfrutar ellos. Aunque en general la audiencia sea testimonial.

Como ocurre con Radio 4, según el EGM, seguida por ¿5.000 oyentes? Salvo al compañero Francis Gallardo, he escuchado muy pocas voces que disientan por este verdadero agravio comparativo de Cataluña frente al resto de comunidades.

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