La ventana
Luis Carlos Peris
Sevilla, una Venecia del interior
NO tengo suficiente espacio para dar las gracias por tanto. Ni estoy segura de merecer tanto. Como os dije ayer en el Teatro de la Maestranza, a los que estabais allí y a los que me seguisteis a través de la radio, sólo procuré ser la de siempre, Charo Padilla, la de la radio, la de Canal Sur. Sólo quería anunciaros la buena nueva con el micrófono de siempre, con mi voz de siempre, con la humildad que he procurado siempre. Y pediros la venia para poder hacerlo. Y vosotros me la habéis dado. Lo habéis hecho en forma de abrazos, de sonrisas, de lágrimas, de agradecimientos.
Soy yo la que tengo que agradecer tantas cosas. Por hacerme feliz, por hacerme crecer como persona. Escribir el Pregón me ha hecho mejor, me ha regalado el cariño impagable de todos vosotros, me ha reconciliado con mi yo, con el que a veces no estaba conforme. Me ha hecho valorar más todo lo que me rodea, reencontrarme con los que se fueron hace ya muchos años y seguir creyendo que en la cara de la Macarena están las miradas de mi madre. Por eso hoy sigue y seguirá viviendo en Ella.
El próximo Domingo de Ramos volveremos a encontrarnos tú y yo. Mi voz se volverá a colar en tu casa. Estaré donde siempre me has visto. Me encontrarás apostada a la puerta de una iglesia sintiendo esa emoción que se repite año tras año. Y te contaré lo que estás deseando que te cuente. Yo te veré pasar vestido de nazareno, orgulloso de llevar por primera vez a tu hija de la mano vistiendo su túnica. Es el día y ha llegado el momento. Disfruta, vive, siente. ¡A las calles, sevillanos! ¡A las bullas, a las esquinas, a los balcones, a las puertas de las iglesias. Id al encuentro del Señor. Sin complejos y con alegría. Recorred calles y plazas. ¡Abrid el corazón, salid! ¡Vivid que sólo es una semana, porque el tiempo que hoy crees que tienes, no volverá mañana!
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