Levantada la veda para la caza de Susana… y otras especies

Desde la extrema derecha a la extrema izquierda, todos se han apurado a meter a la secretaria general del PSOE-A en el escándalo de los ERE

Ilustración: Rosell

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Hasta ahora circulaba, como consigna , que "Susana es la mejor candidata… de la derecha". Se asumía que la candidatura de la ex presidenta, derrotada por casi medio millón de votantes socialistas que se abstuvieron el 2-D, era su mejor chance para que se repita un triunfo de la derecha. Con ella, se trataba de mantener, sin más, un flujo regular de irritante herencia recibida en cada sesión parlamentaria. Pero el terremoto de los ERE ha cambiado el escenario. La sentencia es una sacudida nivel 9 en la escala, digamos, Corrupter. Y es el momento de ayudar a que la onda expansiva del escándalo se lleve todo por delante. También a la ex presidenta. Todo.

Y por eso todos, desde la extrema derecha a la extrema izquierda, se han apurado a meter a la antigua Reina del Sur en el escándalo, aunque no tuviera relación. Levantada la veda, se reclama su cabeza. Desde el PP, con Nieto asegurando que "limpiar el buen nombre de Andalucía, tiene que empezar por que Susana Díaz no se siente en el Parlamento", hasta Teresa Rodríguez: "Yo agradecería que fuera hoy mismo". Al PP, por supuesto, le importa una higa que su presidente tuviera más relación con los sobres de Bárcenas que Díaz con los ERE, o que Nieto estuviera en el equipo fracasado de Interior; y a Rodríguez le importa una higa hablar de "impunidad" ante una sentencia con condenas formidables, si así puede remontar un poco su caída constante. Los ERE dan para mucho. Y en un momento así no hay escrúpulos. Ante el árbol caído, desde la extrema derecha a la extrema izquierda, se han aplicado a hacer leña y rápido.

El problema para Susana Díaz es que, sin entrar en análisis estrictos -¿y en definitiva quién hace análisis estrictos?-, se le identifica como epígono de los líderes condenados, de modo que es fácil manejar ese imaginario porque eran los años de su ascenso fulgurante. Y tiene más problemas. Desde su propio partido crece la convicción de que ella no es la mejor apuesta. Sólo pinta a favor que no es la única que padece esta situación. De hecho, la derecha ya señala también a María Jesús Montero o a Carmen Calvo, consejeras cuando entonces. Ahora es menos probable que Montero, a la que ya no era fácil imaginar disputando a cara de perro el poder territorial desde Hacienda, se anime a ese frente de batalla. No tiene tampoco relación con los ERE, pero estaba allí y eso ofrece igualmente un flanco débil para su promoción.

En el PSOE, la consigna es defender la honorabilidad de Chaves y Griñán. Parecen creer que eso, y lo del dinero en los bolsillos, bastará para apaciguar a su electorado. En fin, eso también da una idea de lo que piensan de su propio electorado. Pero es una estrategia peligrosa. Por cierto, ¿por qué solo se alude a la honorabilidad de Chaves y Griñán y no de los consejeros? Y algo más: ¿realmente después de una sentencia así cabe apelar a la honorabilidad? Más allá de lo que se piense de ellos personalmente, incluso si se piensa lo mejor, proclamar la honorabilidad de los máximos responsables políticos de un fraude de esa dimensión choca con la inteligencia. Claro que actuar así probablemente significa que aún confían en remontar la situación y recuperar su sitio, frente a quienes creen que necesitan una gran catarsis y renovar por completo. Se entiende la lógica de la supervivencia, pero cuesta creer que se pueda limpiar la marca sin renovar. Claro que es un dilema jodido, porque sacrificar a toda una generación de dirigentes exige hacer aflorar a otra que de momento no tienen. Ni de lejos.

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En la estrategia previsible de acoso contra un PSOE muy debilitado por la demoledora sentencia de los ERE, Ciudadanos ha logrado destacar por su beligerancia. Y mucho. Hay dos hipótesis verosímiles para esa actitud. La primera es tratar de hacer olvidar a la gente que ellos pactaron con el PSOE de Díaz, tras cobrarse a Chaves y Griñán como cortafuegos, y la apoyaron hasta que se disolvió amistosamente la pareja. En las comisiones de investigación y en los Presupuestos siempre estuvieron fielmente a su lado. De hecho, todo hubiera seguido así de no ser por la moción de censura. Por Marín y Susana, incluso por Albert Rivera, hubiera sido así. Marín necesita no ya hacerse perdonar, sino hacer olvidar que fue aliado del PSOE con los ERE en el pack. La beligerancia de Cs tratando de desintegrar la memoria de su relación con el PSOE, provoca excesos. Va más allá del tono áspero creciente en sus críticas. Lo de Sergio Romero, en cada comparecencia o sesión de control en el Parlamento, es de traca. Tras la sentencia incluso optó por un chufla dirigida personalmente contra Susana Díaz, obviando la gravedad de la sentencia. Se dejan ver demasiado a menudo como líderes inmaduros enfurecidos, también en la comisión de la Faffe, donde su presidente, con un perfil semejante, ha vuelto a provocar una escena lamentable con un ex consejero. ¿De qué les suena que el letrado de una Cámara advierta a la presidencia sobre la legalidad de un acto, pero la presidencia actúe a su antojo? Sí, al procés, y a la Comisión de la Faffe en Andalucía... todo un papelón para Cs.

La segunda hipótesis sobre la beligerancia de Cs, no necesariamente incompatible, es tratar de que los focos se mantengan sobre el PSOE… para alejarlos de las noticias de su conflicto interno. La guerra de los clanes de Cs ya ha alcanzado a los titulares al menos en Sevilla. Hay caza de brujas interna, con dimisiones y expulsiones en un clima deteriorado. Parece ya fuera de control el choque entre partidarios de Marín y de Hervías, a quien se le acusa de colocar a su cuñado y otros afines en la Junta, y exigir una viceconsejería para tener una salida. Con este mar de fondo, naturalmente a Ciudadanos le interesa que los focos caigan sobre el PSOE pidiendo la cabeza de Susana Díaz, del mismo modo que le interesa al PP para que su fracaso en la gestión de la Sanidad pase a plano secundario de la actualidad.

Claro que Cs opta por una estrategia de alto riesgo. La idea puede funcionar a corto plazo, pero tras el batacazo formidable en las urnas, parecen incapaces de cualquier estrategia que no les conduzca sistemáticamente hacia la derecha. El perfil centrista queda cada vez más perdido. Ya va siendo difícil encontrar manifestaciones moderadas en cualquiera de sus líderes, mientras se hunden en las urnas traspasando votos a PP y Vox. De lo más brillante.

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Vox ha logrado que, por primera vez, este 25 de noviembre no haya una declaración institucional contra la violencia de género por el Día Internacional en muchas comunidades, diputaciones y ayuntamientos. Por ejemplo el Ayuntamiento de Jaén, sin ir más lejos. En el Parlamento andaluz no se ha votado, y la presidenta de la Cámara habla de "grupos" contrarios, en plural, por no molestar a su aliado. En definitiva, la extrema derecha se ha encargado de boicotear el acuerdo. Alentada por sus resultados electorales, mantiene su estrategia antisistema y sus desafíos a los consensos democráticos, por cierto con un gran éxito paradójicamente alimentado por PP y también C's normalizando a Vox como un aliado perfectamente homologable al que han transferido poder y presupuestos. (Por cierto Susana Díaz, mientras pelea por salvar su cabeza, ha denunciado que el Gobierno Moreno-Marín ha desviado 11,6 millones de la violencia machista a otras consejerías: "no es su lucha").

Esto sucede aquí mientras Annegret Kramp-Karrenbauer sostiene que el centroderecha alemán debe mantener un cordón sanitario para aislar a la extrema derecha, desoyendo al grupo de conservadores más ultramontanos que ha planteado un posible pacto con la AfD en Turingia, donde la extrema derecha ya ha superado a los conservadores que pasan a ser tercera fuerza. Casi como el 10-N en Andalucía, con Vox frisando el segundo puesto al borde de ganar al PP.

De momento, Vox va con viento de cola mientras Cs se enfrenta a un futuro incierto, y el PP parece dispuesto a todo por resistir. Los ultras utilizan los mitos culturales para seguir creciendo a costa de los moderaditos de la derechita cobarde… etcétera. Ya ha sucedido con su distorsión descaradamente falsa de los mal llamados MENA. Y con la violencia de género, tal cual. Y no parece que el PP tenga claro qué hacer, más allá de dejarse arrastrar por la aritmética del poder, aunque sin los efectos devastadores para Cs.

Entretanto Vox sigue elevando la apuesta contra las mujeres, contra los gays, contra los inmigrantes e incluso contra los periodistas. La cosa les funciona, mientras sus socios siguen sin tener un antídoto estratégico y mucho menos ético.

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