Tribuna Económica
Carmen Pérez
Escapar del estancamiento
En Cuaresma parecen aún más dolorosos los fallecimientos de cofrades. Es lo que ha sucedido con Fernando Baquero Santor, que no sólo fue hermano mayor del Beso de Judas, sino uno de los cofrades imprescindibles para entender la evolución de una hermandad, que asentó su identidad, hasta ser una de las que más crecimiento ha tenido los últimos 30 años. Una hermandad pobre, y hasta marginada en sus inicios, que gracias a la gestión de algunos cofrades, entre ellos Fernando Baquero, encontró su tiempo y su espacio. Cuando se cumplen los 100 años del Lunes Santo, es oportuno recordar algunos datos de su historia.
La Hermandad del Beso de Judas fue fundada en 1955 en la iglesia de Santa María la Blanca. Entre el grupo de hermanos que la fundó ya estuvo Fernando Baquero. Entre los fundadores, estaba también Juan Carrero Rodríguez, cuya trayectoria vital se unió indisolublemente a Las Penas de San Vicente. Contaba Juan Carrero (y lo escribió en sus Anales) que la nueva hermandad nació con la oposición de los cofrades más influyentes de Sevilla, pues en 1955 ya criticaban que sobraban cofradías en la Semana Santa y que estaban desvirtuando las esencias. Joaquín Romero Murube, Luis Ortiz Muñoz y el canónigo don José Sebastián Bandarán escribieron tres artículos contra la creación de una nueva cofradía. A pesar de todo, fue aprobada por el cardenal Bueno Monreal. Influyó que la gestora estuvo presidida por el canónigo don Eugenio Hernández Bastos, el patriarca y alma máter de esta hermandad.
La gestora, presidida por don Eugenio, duró nada menos que 20 años, aunque iban cambiando algunos cofrades. En las primeras reglas, se fijaba la Madrugada del Viernes Santo como día de salida. Y la primera vez que salieron nazarenos fue en una representación con Los Gitanos en 1956. La idea de algunos cofrades era que la devoción de la Virgen del Rocío compitiera en la Madrugada con las Esperanzas. Pero se zanjó a tiempo. Y la primera salida la hicieron el Lunes Santo de 1959, con el paso del Beso de Judas, cuando aún estaba en la iglesia de la Misericordia.
Además del canónigo Hernández Bastos, el Beso de Judas es una hermandad que no sería como es sin la aportación de un grupo de cofrades, entre los que estaban Fernando Baquero y Manuel Yruela. Ambos fueron hermanos mayores en los años 80 y los 90, cuando la situación interna se reguló con normalidad y encontraron su espacio propio en el templo de Santiago, donde se habían establecido en 1960. Y, por supuesto, junto a ellos, hay que destacar a Angelita Yruela, que ahora asume el legado histórico de los tiempos pioneros de su hermandad.
En sus primeros tiempos fue conocida como El Rocío (por la Virgen) y El Beso de Judas (como le gustaba a los clásicos). Cuando el Papa San Juan Pablo II proclamó el Año Santo de la Redención, en 1983, empezaron a utilizar este nombre. Al margen de las anécdotas, está la certeza de un trabajo realizado durante más de cuatro décadas, en las que Fernando Baquero fue un referente. Yo lo traté con frecuencia, cuando empecé a escribir en la sección de Cofradías de ABC desde 1984. Se desvivía por su hermandad. Ejemplar en todo, se doctoró en Arte después de jubilarse.
Fernando Baquero es uno de los cofrades que ganamos, una de las personas sin las que no se puede explicar la vida de una hermandad.
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