Bilbao y los brotes verdes

Estábamos al fresquito de esa especie de ágora taurina que es el Salón de Carteles de la Real Maestranza de Caballería. El motivo, la presentación del ciclo de novilladas sin caballos que tantas ilusiones despierta entre los chavales que quieren ser toreros. Esa exposición de la cantera que ha de afrontar la responsabilidad de que la Fiesta no sólo no decaiga sino que exhiba unos brotes verdes que, tras la Feria y San Isidro parecen reales. Y en ese acto de presentación de jóvenes esperanzas pegábamos la hebra con el cartesiano Ramón Valencia para llegar a la conclusión de que la reactivación del toreo es un hecho. Tras haber pasado las dos ferias principales del curso, la conclusión es francamente positiva y como común denominador siempre el nombre de Morante. La excelsa calidad del cigarrero se está aliando con una regularidad inconcebible en un torero de su corte, pero no todo el monte es orégano. La Semana Grande de Bilbao reduce considerablemente la programación a sólo cuatro festejos. Quién lo iba a pensar.