Cuatro días de pesadilla

Atrás quedan las molestias originadas por esa cumbre de aparente alto nivel y que se quedó en una reunión de rabadanes con una oveja muerta, la convulsa situación que atraviesa la Humanidad. Han sido días en que la fiebre noticiosa no estaba en Fibes, sino donde siempre, el mundo mismo. Días para el rico anecdotario con curiosidades como la del reyezuelo que pidió trono y foto a tamaño natural, tal como se estila en su depauperado país. Pero todo se atenuaba por esa macabra casualidad de que cogiesen con el carrito del helado al brazo diestro hasta dar con sus huesos en Soto del Real. Días de vino para los visitantes y de rosas ricas en espinas para un anfitrión que opta a cautivo y desarmado. Para colmo, un calor inmisericorde y los habituales retrasos de los trenes que tan mal discurren bajo el mando de otro mandarín que no se distingue, precisamente, por su eficacia. Y ayer se iban a sus casas los visitantes y se quedaban los anfitriones con la ciudadanía temiendo que el escándalo tape al clamoroso de ayer.