Sueños esféricos

Juan Antonio Solís

jasolis@diariodesevilla.es

La lógica ilógica de los derbis

Se toma ya por natural la sobreexcitación y poca profesionalidad de los jugadores expulsados

Lo tuvo el Betis en la mano si Borja Iglesias o Álex Moreno tienen más tino ante Bono y lo tuvo el Sevilla muy al final con esos dos tiros de Gudelj, uno al larguero y otro demasiado centrado y asequible para Claudio Bravo. Al final béticos y sevillistas paladean el punto con cierto regusto dulce. Tienen motivos para ello: el Betis es claramente superior ahora mismo y lo estaba demostrando cuando en el partido sólo primaba el fútbol, el mero juego, pero jugar 40 minutos con uno menos y haberse salvado tras esos nuevos zapatazos de Gudelj lleva al beticismo a respirar con alivio. Y con orgullo por el esfuerzo de los suyos.

Y el sevillista, que es el primer consciente de que su equipo está ahora mismo para sopita y buen vino y que el Betis anda en otra onda, también halla alivio en la igualada porque se maliciaba que el vecino se iba a pegar una fiesta que ríanse de aquella de Benjamín en Halloween. El punto, además, saca al equipo de la zona de descenso aun igualado con el decimoctavo, el Celta. Y eso quita dramatismo esta mañana cuando el personal eche un vistazo a la tabla mientras degusta una media de aceitito con jamón.

No hay derbi lógico. Y por ahí se volvió a escapar el Sevilla, que también cuando comparece en Heliópolis con menos argumentos futbolísticos suele pescar. Y no ganó por el bigote de una gamba, que diría Luis Aragonés.

Lo único que es lógico en los derbis sevillanos es la discutible profesionalidad de no pocos jugadores. La sobreexcitación juega tanto como Canales o Bono. Y así, Montiel alarga los tacos a la rodilla de Álex Moreno, Fekir suelta el brazo a la cara del Papu, Borja comete una acción más imprudente que alevosa y el propio Papu se libra de ir a la calle en su zancadilla sin balón a Canales porque el árbitro fue el primero que no estuvo a la altura: hasta tres veces lo corrigieron desde el VAR. No debería ser lógico que tantos jugadores pequen así. Pero es la lógica ilógica de los derbis.

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