
Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Schmeichel
Amaneció un lunes de color marrón, el color más corriente cada vez que sale lunes, pero más marrón si cabe que casi nunca. Lloraba el dios de la lluvia sobre Sevilla y la Sevilla más cultivada lloraba sin consuelo por el desgraciado accidente que se llevó por delante a Enrique Valdivieso y a su esposa. Un accidente de esos que el progreso lleva en su valija, habitualmente en aras al confort y al aprovechamiento de la electricidad para tanto artilugio que se nutre de dicha fuente energética. Hace unos días fue un teléfono que se cargaba mientras su dueño dormía en un claro aprovechamiento de la fuente y del tiempo. Amanecía Sevilla ayer con el melancólico paisaje de la lluvia y con el corazón contrito por la muerte de un matrimonio de intelectuales que eran santo y seña de la ciudad. Lunes marrón, muy marrón.
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