Pujando por el Poniente

Volvemos a la incógnita de cada verano y esa duda consiste en comprobar de qué lado viene el viento. Lo mismo da estar junto al mar que sufriendo los rigores de tierra adentro, pues en ambos puntos cuecen habas y tanto da que da lo mismo la dirección desde donde sopla Eolo. Aquí donde estamos, la posibilidad de que el aire venga de Levante nos aterroriza hasta lo indecible. Cuando el aire llega de la mano del Sol ya sabemos lo que nos espera, que los pájaros se caen casi fritos y lo de regar la cama era un recurso de cuando el hitachi no era de consumo generalizado. En cambio, si Eolo sopla desde Poniente, el estado confort es un hecho, se vive en la gloria y se duerme a pierna suelta. Ahora llevamos varios días aplastados por ese aire tremendamente desagradable que viene de la mano del astro rey, lo que se hace especialmente desagradable en esas noches tropicales en que no sabe uno cómo afrontar el problema. Por lo tanto, torcemos y torceremos a favor del fresquito Poniente y que le den al Levante.