Con la llegada de Guido Rodríguez se confirma que en este Betis de la hora se hacen las cosas como es debido. Necesitaba el equipo un medio de contención, un centrocampista que haga de guardaespaldas para tanto jugón como abunda en el plantel, y el elegido es un internacional argentino con unas cartas credenciales que avalan su contratación. Y no se ha hecho sobre la campana, sino con la ventana invernal de par en par.

Con Guido ya se puede plantear lo de volver a los dos centrales, me imagino. Aunque los vídeos promocionales están perfectamente compaginados por los publicistas del jugador, si nos atenemos a ellos nos encontramos con un futbolista de carácter que igual que guarda la posición se aventura a la ida y vuelta. Paralelamente se observa un buen manejo de balón junto a una pegada que lo muestra como un centrocampista de frecuente llegada y disparo muy rentable.

Se dice que no hay mal año por mucho trigo y lo cierto es que la abundancia de centrocampistas anuncia una competencia importante para lograr plaza de titularidad. En este enero llegó ya Aleñá, que no tiene que ver con las características de Guido, y se anuncia para pronto la vuelta de Carvalho, con lo que se roza el overbooking en el centro del campo. Bendito problema para Rubi si no fuera porque uno de los sapos que todo entrenador ha de tragarse llega a la hora de descartar.

Lo cierto es que para la empinada cuesta que al Betis se le viene encima, la dirigencia bética ha hecho los deberes y que ahora todo queda por cuenta del vestuario. Nada que ver la forma de aprovechar la ventana de fichajes invernal con la del año pasado, con las cosas haciéndose en una torpe contrarreloj que fructificó para mal cuando sonaba la campana del cierre. Ahora, a ver qué depara la segunda vuelta y qué la Copa con vistas a lograr un objetivo que no parece fácil.