Notas al margen
David Fernández
Del cinismo de Sánchez a la torpeza de Feijóo
LUCHANDO a machetazos con la vida, la vida le anda soplando en contra a una sevillana de San Lorenzo que puso sus reales en Triana para instalar la expendeduría de una sevillanía que no a todos nos gusta. A Anselma la conozco desde mucho antes de que entrase en el Cortinglés como encargada de la Lista de Bodas y la traté a través de noches y noches en Siete Revueltas, aquel garito de sevillanas en que el inefable Pepeluis convirtió una carbonería. Corríamos hacia los setenta y las sevillanas se bailaban todo el año en Siete Revueltas y, ya en la alta madrugada, en El Semáforo, en El Pichón o en El Embrujo. Y la listísima Anselma lo vio claro, dejó la Lista de Bodas y montó en Triana una máquina recaudadora de lo que los guiris, madrileños sobre todo, invertían en sevillanas. Ahora la urgen a ponerse en paz con la caja pública, ahora que ya no está para luchas.
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