Veintisiete partidos consecutivos sin hincar la rodilla en campo propio es una marca que sirve para darle carácter de auténtico fortín al lugar. Y a ese lugar, estadio de El Sadar luego Reyno de Navarra y nuevamente Sadar, acude hoy el Betis con el propósito de quebrar la racha de los rojillos. Como contrapunto, que el equipo bético ganó en dicho rodeo la última vez que compareció en él, lo que da opción a cierto optimismo.

Aquella victoria se gestó con goles de Joaquín y de Felipe Gutiérrez, chileno de decepcionante rendimiento con la rayada en verde y blanco. Queda en el recuerdo el golazo que el portuense hizo mediante una vaselina perfecta sobre la salida de Nauzet desde fuera del área. Es el eterno Joaquín uno de los pocos supervivientes de aquella noche pamplonica y se da la circunstancia de que también repite el juez del pleito que será el alcalaíno Carlos del Cerro Grande.

Pero vayamos al presente y centrémonos en ese Osasuna que tanto tiempo lleva invicto a favor de querencia. En esta temporada del retorno a Primera División y de la mano de Jagoba Arrasate, quizá el técnico que peor viste el cargo, está logrando un arranque muy a tener en cuenta. No conoce la derrota, son dos los puntos que tiene más que el Betis, y reluce su partidazo contra el Barça, con el que igualó tras remontada culé en noche estelar de ese nuevo prodigio que atiende por Ansu Fati.

Vienen Osasuna y Betis de sendos empates, de visitante los navarros y como local el Betis en noche de adversas circunstancias. Además, aborda este compromiso con las bajas de Sidnei, Carvalho y Loren, el hombre que había recobrado su instinto goleador. Está el equipo de Rubi obligado a enderezar el rumbo para que las cosas discurran con más normalidad, con la normalidad que se le demanda a una plantilla confeccionada para cotas alejadas de la mediocridad.