Calle Rioja

Francisco Correal

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"En San Lorenzo no se vive, de San Lorenzo se es"

El hotel NH Plaza de Armas fue escenario del homenaje-sorpresa que clientes convertidos en amigos rindieron a Sixto Tovar y Rosa Borja después de 35 años al frente del bar Eslava, un clásico de la plaza de san Lorenzo 

Rosa Borja y Sixto Tovar, en el homenaje en el Plaza de Armas.

Rosa Borja y Sixto Tovar, en el homenaje en el Plaza de Armas. / Paula Aláez

Dice Javier Marías en su novela Corazón tan blanco que "el matrimonio es una institución narrativa". El matrimonio formado por Sixto Tovar, sevillano de la Puerta Real, y Rosa Borja, francesa de la Provenza, han escrito uno de los más hermosos relatos. Regentaron durante 35 años el bar Eslava en la calle del mismo nombre, un establecimiento en el que se entraba como cliente, algunos tan distinguidos como Antonio Ordóñez o Norman Foster, y se salía como amigo. Un alambique social que trascendía los límites del negocio, la empresa o la casa de comidas. Muchos de esos amigos les hicieron a Sixto y Rosa (Nani para sus allegados) un homenaje-sorpresa en el hotel NH Plaza de Armas. 

Todo empezó a gestarse hace unos meses entre quienes coincidieron en la presentación de un libro del doctor Fernando de la Portilla en y sobre la Casa de las Sirenas. Miguelón y Paquito. Un aumentativo y un diminutivo empleados con muchísimo cariño para dos de los muñidores de este homenaje. Estaban los dos juntos. Paquito Sánchez es desde tiempos inmemoriales el sacristán de la parroquia de san Lorenzo. La noche del jueves fue muy especial para este barrio. La iglesia de san Andrés acogía la toma de posesión como nuevo párroco de Paco Reyes, durante más de un cuarto de siglo pastor de San Lorenzo, el mismo cometido que llegó a ocupar el cardenal Marcelo Spínola. Y en el NH Plaza de Armas, frente al Avenida Multicines, los amigos de Sixto y Rosa les invitaban a una ronda con cariño y sin subtítulos. 

Las cinco hermandades de la collación de san Lorenzo, como le gusta llamarla a Ramón Cañizares, tuvieron que repartirse entre el párroco y el tabernero. Otra vez la parábola del vino y los odres. La representación cofrade para homenajear a Sixto y Rosa fue muy cualificada: Pepe Rodríguez, hermano mayor de la Soledad de San Lorenzo; Manuel León, teniente de hermano mayor del Gran Poder, al que acompañaban los ex hermanos mayores Enrique Esquivias y Félix Ríos; Manuel Vallejo, hermano mayor de la Pastora, única de las cinco hermandades nacida en el propio barrio de san Lorenzo; Carlos Pérez, teniente de hermano mayor del Buen Fin; y Enrique Machado, hermano mayor del Dulce Nombre. 

Hermandades de casi todos los días de la Semana Santa: Martes Santo (Bofetá), Miércoles Santo (Buen Fin), Madrugada (Gran Poder) y Sábado Santo (Soledad de San Lorenzo), bien estudiada por Álvaro Pastor. Pero fue el hermano mayor de la única hermandad de gloria, Manuel Vallejo, de la Pastora, el que describió la relación de Sixto con el barrio. Aunque nació en la Puerta Real y vive en Bollullos de la Mitación, es de san Lorenzo. Porque en San Lorenzo no se vive, no se nace o se muere, explicó Vallejo. “De san Lorenzo se es”. Pienso, luego Sixto. Me recuerdan, luego soy. 

El bar Eslava abrió sus puertas en 1988. Sixto tenía 26 años y Rosa 23. Un sevillano y una francesa, una versión posmoderna de los Montpensier. Antes había sido el bar El Retablo, regentado por los padres de Rosa. Allí recordaba Pepe Rodríguez, cofrade de la Soledad, los ensayos del coro que participó en el espectáculo ‘¡Tierra!’, un libreto de Caballero Bonald con dirección artística de Juan Peña El Lebrijano. El bar Eslava es el epicentro de un cuadrilátero poético cuyos vértices formarían Gustavo Adolfo Bécquer, Rafael Laffón, Rafael Montesinos y Joaquín Romero Murube. Con la savia renovada que trajeron los también vecinos del barrio Fernando Ortiz o Rafael de Cózar. Una collación en la que residieron o tuvieron taller Martínez Montañés, Alonso Cano o el mismísimo Diego Velázquez. De generaciones contemporáneas, Ricardo Cadenas, Manolo Cuervo o Concha Ybarra. Y los dos artistas a los que nombró Sixto Tovar en su emotiva intervención: el pintor Manuel Salinas o el fotógrafo Atín Aya. 

El rondeño Carlos Telmo hizo las veces de mantenedor. Cuando intervenía en Canal Sur, siempre hablaba del Eslava como “el comedor de mi casa”. Tom Martín Benítez, muchos años conductor de las mañanas de esa emisora, evocó los “cigarros de Bécquer”, lo único que dejaban ‘fumar’ en el interior. Evocaron los menús en pesetas y José Luis Romero los 26 Miércoles Santos consecutivos de vitualla cofrade en Eslava. Un bar que nunca tuvo imágenes de los titulares de las cofradías. Pero con Sixto siempre contaron para echar una mano en las necesidades de la parroquia. El bar de la “plaza chica” de san Lorenzo, como llamó Paco Gallardo a esa trastienda de la iglesia, arteria fundamental de los anhelos de la “plaza grande”, en la que habrá que buscar, en sus propias palabras, a Iñaki Gabilondo si algún día se pierde. 

Ya no están Rafita ni la Abacería de san Lorenzo (Ramón López de Tejada ha sido uno de los grandes animadores de este tributo a su colega) y ya no está Eslava, pero queda su legado. El hermano mayor del Dulce Nombre, Enrique Machado, le entregó un ramo de flores a Nani, la jefa de máquinas aunque el timón lo llevara Sixto. Fueron obsequiados con una torre de san Lorenzo realizada por el artista Antonio Comas. Eslava se asomaba a una calle-nervio de san Lorenzo que cambia hasta cuatro veces de nombre: Font de Anta, Hernán Cortés (donde está Ricardo, antigua Casa Ovidio), Alcoy (un guiño a la moral del alcoyano de los buenos taberneros) y Marqués de la Mina. Tres de las cuatro hermandades presentes fueron fundadas en el siglo XVI, el que se abrió con la primera Vuelta al Mundo. El Gran Poder es de 1431. Manolo León, en nombre de la hermandad del Señor de Sevilla, recordó la jurisprudencia de croquetas y montaditos de lomo para los que cada Jueves Santo llegaban a la plaza para organizar la salida de la cofradía. 

El Buen Fin la fundó el gremio de los curtidores. Origen presente en la calle Curtidurías. Y el Dulce Nombre (Jesús ante Anás) cumplirá en 2024 cien años de su llegada al barrio, aunque hasta 1968 no llegó a la iglesia donde el padre Lombo ha sustituido a Paco Reyes pero sigue incombustible el sacristán Paquito Sánchez, inseparable de Miguelón. La “plaza grande” tiene un quiosco de prensa, la estatua de Juan de Mesa y tres bares: la Bodega San Lorenzo, el bar San Lorenzo (nueva etapa tras Fidel y Servando, hijos de montañés) y El Sardinero remozado. 

Antonio Errazquin introdujo el acto, que cambió la terraza por la planta baja por las amenazas de lluvia. El periodista Pepe Lugo narró la contribución del Eslava a su integración en el barrio, la verdadera identidad. Pepe Suárez habló en nombre de los empleados. Sixto subió al improvisado atril sin papeles, como los políticos de antaño, mientras Carlos Telmo bromeaba con las penurias que le hacían pasar con el QR para las tapas, un martirio propio del SPQR (Senatus Populusque Romanus), las siglas que llevaba la Roma de Mourinho a la que venció el Sevilla en la final. Tom Martín Benítez informó de la derrota del Betis en Glasgow. Equipo que tuvo sus oficinas en la calle Conde de Barajas. Igual que el Pecé la tuvo en la calle Teodosio. Distinguida clientela, pura transición. Una empresaria tomó la palabra para felicitar a la pareja por sus 35 años de trabajo en común. Múltiple de las 35 horas semanales. 

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