En abril de 2022, ya mismo según el calendario de las fiestas sevillanas de Semana Santa y Feria, habrán pasado cuarenta años de la inauguración de la Expo 92. Se anuncian cambios en Sevilla, como los avanzados por el Puerto y el nuevo desarrollo de espacios de ocio, negocio y viviendas. Bienvenidos si la realidad responde a lo anunciado. Y todos los cambios tras el derribo de la tapia de la fábrica de tabacos de Altadis y la recuperación de arbolados y equipamientos para el barrio, que supondrán un nuevo tiempo para Los Remedios, además de las nuevas actividades. Como el previsto hotel de lujo frente a San Telmo y el parque, que coloca a Sevilla en una selecta familia de ciudades del mundo. Desde sus habitaciones al río se podrán contemplar una de las vistas más bonitas de Sevilla, que a la caída de la tarde dora con sus luces el parque, los edificios mencionados y los yates de lujo que esperemos estén atracados en el muelle. Los bares, restaurantes y oficinas del entorno del nuevo hotel ya habrán empezado a hacer algunas cábalas sobre las transformaciones que van a ocurrir en Juan Sebastián Elcano, Monte Carmelo y las calles traveseras.
Esas expectativas tienen que estar apoyadas por las mejoras del aeropuerto, ya en marcha afortunadamente y por las mejoras y ampliaciones de todo tipo de trenes y servicios en Santa Justa, incluido el enlace por tren al aeropuerto. La estación no se debe hipotecar en su crecimiento y ser un nudo de comunicaciones, local, metropolitano y nacional con más trenes de Cercanías y nuevas unidades de alta velocidad de bajo costo. En esta ciudad deberíamos tomar más en serio que las limitaciones o retrasos en infraestructuras paralizan el crecimiento económico y la viabilidad de otros sectores de actividad, como nuevas tecnologías, servicios avanzados, centros de investigación u oficinas de las instituciones europeas y, por qué no, sede de organizaciones mundiales de la cultura o el arbitraje político, como han sido Viena o Ginebra en el pasado. Nuevos sectores y servicios de alto nivel como las opciones que enumero y otras muchas, son desarrollo económico compatible con el turismo.
Para conseguirlo debemos respaldar con hechos las gestiones de los sectores públicos y privados para hacer deseable y necesario venir a Sevilla. Hechos que pasan por las mejores comunicaciones e infraestructuras posibles y por no descuidar la conservación de nuestro patrimonio histórico y todo lo que nos hace diferentes y atractivos en toda la ciudad. Y considerar el dinero gastado en todo ello como una inversión que recuperaremos haciendo que Sevilla sea una ciudad atractiva, y a la que se puede llegar en un cómodo tren, en un yate o avión privado y alojarse en el hotel Mandarin Oriental, para cerrar transacciones del más alto nivel o lograr acuerdos de carácter internacional. Una Sevilla resplandeciente, con buenas comunicaciones y hoteles de lujo, una combinación ganadora para una ciudad de servicios del siglo XXI.
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