LA cara de Rajoy con su sonrisa franca tras recibir el martes el encargo del Rey de presentarse a la investidura era elocuente. La tiene hecha y la oposición sigue con la cama sin hacer de tanto hacérsela el uno, Podemos, al otro, PSOE (y viceversa), que sigue mareado en su traumático viraje a la abstención y enredado en un pulso con sus díscolos socios catalanes de incierto y temible final.

Ya se sabe que los políticos se suelen poner tiernos con la oposición cuando no pueden pasarle el rodillo parlamentario, que es lo que ha hecho el Gobierno de Rajoy durante cuatro años hasta que entró en funciones el pasado 21 de diciembre. Han pasado más de 300 días y ya se percibe la mutación del presidente in pectore, muy dispuesto ahora a dialogar y negociar cada paso que dé, dejando ayer el rutilante titular de que se aviene a pactos sobre pensiones, empleo, modelo educativo, financiación autonómica y corrupción. La del PP ya la tiene blanqueada con la investidura. Y tiene guasa que en pleno día de huelga con miles de estudiantes, docentes y padres de alumnos manifestándose contra las reválidas de la Lomce, su viejo defensor a ultranza se nos venga abajo y se muestre dispuesto en la tribuna del Congreso a acabar con ella. Y con la reforma laboral. Y con la ley mordaza. La precariedad (será el Gobierno con menor apoyo parlamentario de la democracia) también tiene su lado bueno, como diría él.

La otra cara de la moneda del discurso de Rajoy, la cruz, es que no deja de amenazar con unas terceras elecciones de las que saldría reforzado. Buena parte de culpa la tiene ese alma en pena que reapareció ayer en el Congreso, unos escaños más arriba de lo que era habitual. Sin mando en plaza, Pedro Sánchez lucía buena cara y los que palidecieron al topárselo fueron algunos de sus antiguos contramaestres, como Eduardo Madina o Antonio Hernando, un superviviente que defenderá hoy la abstención con tanto o más brío que defendió el no a Rajoy. Dice que es por puro interés... general. Hay que echarle cara para ponerse patrioteros a golpe de incoherencia. El PSOE alega que su memorable viaje a la abstención es por España, pero la cantinela suena, se pongan como se pongan, a instinto de supervivencia. Impuro y duro.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios