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Chonín Navarro en el firmamento

Estas dos exposiciones marcan una dirección y un reconocimiento de la artista, la mujer y su obra

Desde hace unas semanas el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, en el Monasterio de la Cartuja de Sevilla, expone dentro de la muestra Escultura Expandida una obra textil de la artista Chonín Navarro (1922-2019) titulada Almazara. Esta obra, junto con otra muy representativa de Josep Grau Garriga (1929-2011), que formaban parte de los fondos del centro desde los años setenta y ochenta del pasado siglo, y se han restaurado y colgado como importante referencia del arte textil español, muy relevante en el panorama europeo de esos años. Hasta aquí la noticia, que creo que constituye un gran acierto de los responsables del centro. Pero el hecho trasciende para mí en varios sentidos, por tratarse de obras del antiguo Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla de la calle Santo Tomás que finalmente vemos expuestas como se merecen y porque la gran artista y maestra que fue Chonín Navarro era mi madre. Esta exposición además convive estos días con la titulada Ilustres Inéditas organizada por el colectivo de mujeres artistas Las Flapers (nombre homenaje a las mujeres independientes de los años veinte, así llamadas) en el Antiquarium de la Encarnación, en la que estas artistas actuales homenajean a mujeres que alcanzaron lo máximo en sus diferentes artes y que, por una razón u otra, hoy están algo olvidadas. La obra expuesta por Charo Corrales evoca a Chonín Navarro con una ficha explicativa de su obra "para invitar al público a (re)conocer una parte de la historia de Andalucía e investigar un poco más" según escriben en el catálogo.

Estos dos hechos, estas dos exposiciones que coinciden en esta primavera sevillana que tanta alegría le daba, marcan una dirección y un reconocimiento de la artista, la mujer y su obra, que satisface a las múltiples personas que la conocieron, a las que apreciaron su arte y a los que lo demostraron, como por ejemplo el pintor Paco Molina, que comisarió la exposición antológica que recogía su obra de 1974 a 1986 en el Monte de Piedad y Antonio Cáceres, gestor y poeta, que facilitó en gran medida su última exposición Poemas textiles (2004) en el Centro Cultural la Almona del Ayuntamiento de Dos Hermanas. A todos sus alumnos y alumnas que pasaron a lo largo de años por su taller y que apreciaron su maestría y su dominio de las técnicas del tejido, anudado y materiales, que parecía intuitivo por la facilidad que tenía, pero que estaba construido sobre un profundo conocimiento de todo lo textil, desde los lienzos más humildes de algodón y de las fibras que fueron claves para los oficios y el comercio, como la lana, las crines, el yute, la estopa, el sisal, el cáñamo, etcétera, hasta los encajes, linos, sedas y satenes más glamurosos que había trabajado con acierto y brillantez en sus años de modista de alta lencería. Estos homenajes y reconocimientos a la artista nos llenan de orgullo y seguridad a toda su familia que conocimos su capacidad de trabajo, su autoexigencia artística y su extrema inteligencia.

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