La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

La Cuaresma como jardín sin flores

Quinarios, exposiciones, conferencias, el Mercantil, Cajasol, Caixabank, triduos, más quinarios, sobredosis de quinarios, la agenda cuaresmal está repleta, pero, ay, no registra ensayos de costaleros ni atruenan los espacios las notas de cornetas y tambores delante del Parlamento ni en La O. Es la Cuaresma que nos ha tocado vivir, una especie de quiero y no puedo que es como la metadona para el drogadicto que no tiene otra que conformarse con el sucedáneo. Bien está que cada hermandad programe sus cultos como mejor crea y lo cierto es que menos da una piedra, madre no hay más que una y a ti te encontré en la calle. Uno ve la agenda y la nostalgia te acomete con furia, te corroe los adentros y te acuerdas de la madre que parió al bichito cabrón que nos ha dejado la vida en tres cilindros. Porque una Cuaresma sin ensayos de costaleros es como un jardín sin flores.

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