La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Cuidado con las Fiestas Mayores en Sevilla

El esfuerzo del alcalde por estar en todas las Sevillas en cien días es meritorio, pero pronto se le exigirán resultados

Antonio Muñoz

Antonio Muñoz / M. G. (Sevilla)

La ciudad ha cambiado mucho, muchísimo, respecto a imágenes estereotipadas que se proyectan de ella. El alcalde bien lo sabe. No podrá decir que se está encontrando reticencias ni prejuicios. Antonio Muñoz tiene cara de estar disfrutando de cuantos agasajos recibe. La Sevilla supuestamente malaje no existe, o no lo es tanto como se pregona en las barras de los bares. Claro que esto vale cuando se es alcalde, no un advenedizo que quiere entrar en ciertos círculos a base de convidar a Möet Chandon, canapés en hoteles de cinco estrellas con mesas sin revestir y brochetas de frutas de postre. Sevilla es una ciudad a la que le gusta sentir próximos al alcalde y al arzobispo, será tal vez por la herencia histórica del peso específico de los cabildos municipal y eclesiástico. El caso es que es así. Aquí hay mucho de leyenda sobre nuestra capacidad de rechazo y de mirar sobre el hombro al nuevo, pero a la hora de la verdad no hay más verdad que el silencio o la sonrisa agradaora. Quizás estas reacciones sean hipócritas, falsas o directamente mentiras, y tal vez esas mentiras –ironías del destino– sean al fin la gran verdad. El caso es que el nuevo alcalde no es tratado mal en ningún sitio. Lleva cien días y tiene más cola de espera que las Urgencias del Macarena en hora punta.

Antonio Muñoz ya sabe quienes le aprietan para la foto de las vanidades (“Alcalde, tienes que venir a un almuerzo que te quiero presentar a unos amigos que te interesan...”) y quienes nunca le apurarán para, llegado el caso, ofrecerle el criterio particular sobre las necesidades de la ciudad. A todos los alcaldes les ha pasado. Es cierto que ninguno ha accedido al cargo cuando restan menos de dos años para las elecciones. El esfuerzo que está efectuando Muñoz en tres meses para estar en todas las Sevillas es meritorio, pero debe estar acompañado de resultados en la limpieza, en la obra del tranvía que nos trae locos en Nervión, en la atención a los pisos del Polígono Sur sin luz (¿dónde están, por cierto, la Fiscalía y el Defensor del Pueblo Andaluz?) y en el buen resultado de unas fiestas mayores donde nos jugamos la imagen y un porcentaje nada desdeñable del PIB de la ciudad.

Está muy bien que el alcalde delegue la gestión cotidiana en los directores generales, sobre todo porque son mejores que muchos concejales, pero en breve estaremos fiscalizando la gestión. Sevilla no admite demoras porque los tiempos imperan. Hubo un alcalde que se durmió en la Madrugada de 2015 y lo largaron con crueldad en las elecciones del mayo siguiente... De eso no hay cita literaria de Ocnos que salve a ninguno.

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