Parecerá que suena de forma intimista el Pobre de mí con que los pamplonicas cierran esa semana de vino y rosas que son los sanfermines para otra despedida igual de triste. Hoy, en el corazón de cualquier cola que guardemos a fin de proceder a la devolución del regalo real que no nos viene bien, musitaremos para adentro la melancólica canción con que se rematan las fiestas navarras. Hoy es esa especie de día después en el que la luz se apaga de forma tan súbita como esperada para darnos de bruces con una realidad que aparcamos en los inicios de este tobogán festero. Fiestas que vinieron con propiedades anestésicas en su manual de instrucciones y que nos han mantenido artificialmente al margen de ese toro tan zaino que es el del virus, esa jodida criatura que no deja de acecharnos. Día, por tanto, el de hoy muy triste con la cuesta ya ahí, empinándose.