Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Divino tesoro

Lo que hacen ahora los jóvenes no creo que sea distinto a lo que hubiéramos hecho nosotros

Se repitió hasta la saciedad que la juventud actual era la mejor preparada de la historia de España, quizás también porque España vive uno de sus mejores momentos. Muchos jóvenes han viajado al extranjero con asiduidad, la mayoría han podido estar un curso en otro país de la Unión Europea en virtud del programa Erasmus (eso que algunos llaman orgasmus por las juergas). Como cada vez se retrasa más la edad de emancipación los hay con maestrías (en inglés máster) variadas que pagan los padres para que los niños hagan algo. Por lo tanto no es aventurado decir que es la generación con más títulos y más políglota de la historia. Como todos los jóvenes, se creen inmortales. Nos pasó a nosotros en su momento, lo que ocurre es que ya no nos acordamos. Salvo los hipocondríacos, nunca llegamos a pensar en la muerte ni en que un accidente podía segarnos la vida. Vivíamos como si no nos fuera a pasar nada, como supongo que pasa ahora. En Cádiz hemos multiplicado por diez la denominada tasa de incidencia sin que haya tanta gente en las UCI ni tantos fallecidos, salvo el Relojero de Sanlúcar lo normal es pensar que eliminar la obligación de la mascarilla y levantar el toque de queda ha invitado a las fiestas. Como los más asiduos son los jóvenes por eso hay tantos casos y tan poco mortalidad, salvo el Relojero , gurú de la Medicina, que sostiene "están en las UCI los negacionistas" porque el 70% son mayores de 50 años no vacunados. Cada día los telediarios de todas las cadenas nos ilustran con vídeos tomados con el móvil (por cierto ¿los jóvenes no saben que es preciso grabar en horizontal? De nada) donde se ven aglomeraciones por las calles, gente que hace botellón, pandillas de jóvenes que cantan el "hemos venido a emborracharnos, el resultado nos da igual" en Conil, Tarifa , la Alameda de Hércules o la Punta de San Felipe. Nos resulta salvaje, pero conviene pensar qué hubiéramos hecho nosotros con su edad o cómo hubiéramos actuado hace 30 años si nos hubieran tenido encerrados un año, hubiéramos acabado las clases y nos dijeran que ya no hace falta mascarilla. Seguramente algo parecido, quizás las aglomeraciones antes eran en Muñoz Arenillas, Plaza de Mina, Manuel Rancés o Argüelles y otros barrios de Sevilla, para el caso no hay diferencia. Al verlo pensamos: estos padres no han educado bien a sus hijos, seguramente sea verdad, los hemos sobreprotegido, les hemos mimado frente a los maestros cuando nuestros padres le daban siempre la razón al profesor, les hemos pagado viajes y caprichos. Al final lo que hacen ahora los jóvenes no creo que sea distinto de lo que hacíamos nosotros o lo que hubiéramos hecho, aunque hubiéramos recibido un bofetón al llegar a casa.

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