La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Doblaba la campana en San Lorenzo

Doblaba a muerto la campana de la Basílica y en la plaza reinaba la tristeza por la despedida a un hombre bueno. En estos tiempos dominados por la despersonalización de que los duelos se edulcoren en el tanatorio, cuando el funeral córpore insepulto ha lugar en su devoción, el sabor a pueblo nos introduce en el insondable túnel del tiempo. Se le decía adiós a uno de los muchísimos médicos que dio ese barrio que es parte imprescindible para el funcionamiento del corazón de Sevilla. Iba a dársele tierra a don Manuel Jiménez Orta, un humanista que sembró la tierra de hijos y de bonhomía, y en San Lorenzo rezumaba el afecto a un señor de esos que merecen muy mucho la pena. Era un entierro a la antigua, como en casa, nada que ver con esa dulcificación del tránsito que se da en la frialdad del tanatorio, con la campana doblando y el Señor esperando.

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