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josé / aguilar

Duran quizás no dure

DURAN Lleida es uno de los políticos españoles más inteligentes y hábiles. Brillante orador parlamentario y dotado de lo que comúnmente se entiende por sentido del Estado, ha sido capaz de convertir un partido pequeño (Unió Democrática de Catalunya) en un faro de pragmatismo y moderación que ha hecho de bisagra entre los distintos gobiernos españoles y el nacionalismo catalán. Con beneficio indudable para Cataluña, pero también para España.

En el frente interno catalán se las ha apañado para no ser absorbido por el partido (Convergència Democrática de Catalunya, de Pujol antes y de Mas ahora) gracias al cual el suyo no ha sido una minúscula organización de cuadros condenada a la irrelevancia, sino un partido con responsabilidades de gobierno durante años y escuchado a nivel estatal siempre.

En Cataluña y en España ha pasado de todo desde la transición, pero Duran dura y dura. ¿O hay que decir duraba y duraba? La aventura secesionista de Artur Mas ha fracturado a la sociedad catalana y modificado radicalmente el mapa político de aquella comunidad, pero ningún destrozo es comparable al que está produciendo en la alianza de CDC y UDC. La alianza no está lejos de romperse. Para Unió eso equivale probablemente a la agonía.

En apenas veinticuatro horas Duran Lleida ha explicitado lo dramático de la tesitura en que se encuentra su animoso grupo democristiano. El miércoles avisó a Rajoy de si no se vuelve más activo en la resolución del conflicto catalán se expone a que "algunos" (no él, por Dios) le declaren la independencia de Cataluña de manera unilateral. Ayer, jueves, amenazó a su hermano mayor, Artur Mas, con la ruptura del fructífero pacto de gobierno que tanto poder e influencia ha deparado a ambos si se empeña en caminar hacia la independencia que él considera inviable y si, en ese camino, se decide a convocar unas elecciones plebiscitarias para sortear el rechazo del Gobierno a la consulta sobre el derecho a decidir. Más o menos, le da a escoger entre él y el republicano Junqueras, a sabiendas de que casi todas las cartas están echadas a favor de éste.

Quizás ya no haya vuelta atrás. Quizás Duran tenga pronto que dimitir como presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados de España. Quizás sea uno de los catalanes más ilustres que va a caer víctima colateral de la guerra de sus amigos antiespañoles.

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