EL último día del siglo XX, ETA quiso perpetuarlo en Sevilla con un monumento al horror: el coche bomba que aparcó junto a la Tesorería de la Seguridad Social y el entonces Hotel Occidental. Diez años mediante el siglo XXI, ETA s e sigue arrogando el protagonismo internacional de la España política enviando un video a la prestigiosa BBC, cuyo canal de noticias se ve en todo el mundo. Y cuyos cursos de inglés proliferan en los hogares sevillanos, vascos y españoles donde el aldeanismo se cura viajando y practicando idiomas con diálogos y personajes mucho más inocuos que esos tres anacrónicos encapuchados que enmascaran en sus palabras la correcta definición de libertad, democracia, pueblo, ciudadanía. Un buen curso acelerado de derecho político les hace falta. En el idioma que prefieran. Pero en la cárcel si han cometido asesinatos.

El comunicado llega al inicio del curso político que desemboca en las elecciones municipales. Desea propiciar que los batasunos menos señalados en los ficheros policiales concurran a los comicios más importantes para ellos. Los que les permitieron dominar pueblos desde sus ayuntamientos y extender la telaraña de la extorsión, la exclusión y el encubrimiento con alevosía, dinero público y coartada institucional. Cuando la unidad de acción entre PP y PSOE desmontó legalmente tamaña impostura, se aceleró la victoria social y policial contra ETA.

La organización terrorista está noqueada. Más aún, ve que gobiernan en Euskadi vascos no nacionalistas, y no hay voluntarios con barricadas en las calles para echarlos de la lehendakaritza. Su esperanza es embaucar a Zapatero, necesitado de éxitos, para negociar y así liderar de nuevo las reglas del juego en el País Vasco. Presidente, no se equivoque. La derrota definitiva y el abandono de las armas por pura inanición está cerca. El pacto antiterrorista entre los grupos parlamentarios ha de mantenerse incólume. Son los asesinos los que tienen que cambiar.