QUÉ paradoja. Ahora que Elena Sánchez abre consultorio para recibir las quejas de los espectadores y contestarlas ante las cámaras, cuando me dispongo a elevar las mías, me quedo con la mente en blanco y no sé de qué quejarme. Bueno, claro que sé. Pero me basta con mirar el panorama televisivo, con ubicar las dos cadenas de la televisión pública en el contexto de todas las demás, incluidas algunas autonómicas que no citaremos, para que la oferta de la pública nacional me parezca una excelencia.

A estas alturas creo que TVE ha superado el miedo a contraprogramarse. Menos mal. Hasta hace poco, y ese fue el mayor pecado de sus estrategas, con tal de que nadie hiciese sombra a la Primera, les daba terror promocionar los programas de La 2, de Teledeporte, del propio Canal 24 Horas, que murió de inanición y rutina durante años. Ahora, por fin, hay espíritu de grupo, de Corporación. La culpa la tiene internet. La escenificación de este periodo de madurez se produjo con la puesta en marcha de la nueva web. Allá donde rayan a la misma altura todos los productos, todas las emisoras, todos los programas de radio y televisión a la carta.

Así las cosas, la primera sugerencia a Elena Sánchez estaría dirigida hacia su propio programa.

Más que protegernos y defendernos a nosotros, debería comenzar por actuar en defensa propia. Y reivindicar otro horario para su espacio. Está claro que a la caída de la tarde de los sábados lo tiene muy difícil para no ser levantada de la programación cada dos por tres. Bienvenida sea esta ventana interactiva, que ya tuvo un precedente hace veinticinco años, también los sábados por la tarde, eso sí, cuando no había competencia en el horizonte.

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